Al comienzo de esta historia mi imagen no va a ser muy buena. Pero está bien. Dada la lección que ilustra vale la pena que cuente acerca de mi mal comportamiento.
Durante varios meses, me la pasé refunfuñando y criticando a mi esposo por haber estado acumulando unas pocas cosas hasta que las cosas ya no me parecieron tan pocas. La tendencia que yo tenía de estar siempre recordando sus errores, me enceguecieron y no me permitían ver el progreso que mi esposo estaba haciendo, y esto me impedía apoyarlo como debía. Esto en su mayor parte solo ocurría en mi pensamiento, pero también cuando conversaba acerca de él con mis amigas.
Una mañana mientras estudiaba la Biblia, me encontré con el siguiente pasaje: “[El amor] no deshonra a otros, no busca lo suyo, no se irrita fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:5-7, según New International Version).
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!