Los antiguos judíos pensaban que el Mesías vendría espada en mano y los liberaría del dominio romano. Pero Cristo Jesús enseñó a sus seguidores a luchar contra el error con la espada del Espíritu, no con las armas del sentido material. Como el apóstol Pablo nos recuerda: “Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2º Corintios 10:4). Y Jesús mismo dio a sus seguidores una directiva para ser soldado de Cristo, sobre cómo luchar contra el error con la espada del Espíritu, cuando dijo: “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino” (Mateo 5:25).
A primera vista, puede que esta directiva nos parezca extraña. Quizá el lector se pregunte por qué le pediría Jesús a sus seguidores que se “pusieran de acuerdo” con el adversario o enemigo. Sin embargo, el término griego eunoeō, traducido como ponerse de acuerdo en este pasaje en la versión Reina Valera de la Biblia, no significa consentir o conceder algo que consideramos equivocado. En realidad, el vocablo está formado por la unión de dos palabras griegas: eu-, que significa “bien”, y nous, que significa “mente”. Así que, podríamos decir que eunoeō quiere decir “cuerdo”.
El pasaje de Mateo podría entonces parafrasearse así: “Sed cuerdos y examinad vuestro pensamiento. Comprobad y ved si estáis pensando correctamente acerca de vuestro adversario”. Para seguir fielmente las enseñanzas de Jesús necesitaríamos cambiar la perspectiva. Pensar correctamente acerca del mal es, en realidad, privarlo de su existencia, porque el mal no puede tener existencia real si Dios, el bien, es la única realidad.
Cuando afrontamos discordias y dificultades, no deberíamos ocultarlas, temerlas ni aceptarlas. En vez de eso, podemos pensar correctamente acerca de ellas etiquetándolas en nuestro pensamiento como impotentes e irreales. Podemos hacerlo debido a la verdad declarada en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras de Mary Baker Eddy: “Sólo es real aquello que refleja a Dios” (pág. 478). En realidad, el mal no puede ser real porque no refleja a Dios, o el bien. Ponerse de acuerdo o pensar correctamente acerca del adversario es reconocer que es irreal, o nada. Con este reconocimiento podemos entonces establecer en nuestro pensamiento la realidad o verdad espiritual acerca de la dificultad que estamos enfrentando.
En Ciencia y Salud se nos revela categóricamente lo que significa “ponerse de acuerdo” con el adversario: “ ‘Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino’. No permitas que ninguna pretensión de pecado o de enfermedad crezca en el pensamiento. Deséchala con una permanente convicción de que es ilegítima, porque sabes que Dios no es el autor de la enfermedad, así como no lo es del pecado. No tienes ninguna ley de Dios que apoye la necesidad del pecado o de la enfermedad, sino que tienes autoridad divina para negar esa necesidad y sanar a los enfermos” (pág. 390).
El adversario es cualquier cualidad, pensamiento, palabra o acción desemejante a Dios que trate de parecernos real. Para luchar de manera eficaz contra este adversario debemos llegar a estar absolutamente convencidos de que Dios mismo, el Espíritu, está presente y es poder. Con esta convicción podemos comprender y probar que, en realidad, no hay un poder malvado llamado adversario ni incluso en forma de enfermedad, dolor, escasez o pecado. No hay nada real aparte del único Dios viviente y verdadero, el Amor divino, que se declare a Sí mismo: “Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí” (Isaías 45:5). Cuando realmente comprendamos esta verdad espiritual y nos aferremos a ella, sentiremos la presencia del Amor, Dios, llenando todo el espacio y gobernándolo todo.
En realidad, los únicos pensamientos que el hombre puede tener de verdad son los pensamientos que Dios imparte, puesto que Dios es Mente, y el hombre es la expresión de la Mente. El hombre, hecho a imagen de Dios —la verdadera identidad de todos— refleja perfección espiritual y dominio de forma natural. Cuando la enfermedad o el pecado parecen estar presentes, la pretensión es que un individuo ha aceptado la sugestión de que es posible ignorar, o dar la espalda, a la perfección innata del hombre como reflejo de Dios. En la medida en la que rechacemos aceptar que el hombre pueda tener pensamientos que no reflejen la pureza de Dios y Su naturaleza amorosa, nos liberaremos de la creencia falsa de que podemos enfermar o pecar; y esto nos capacita para ejercer el señorío que Dios nos ha dado por medio de la curación.
Cuando Jesús sanaba, la persona se curaba porque el adversario no era ni la materia ni una enfermedad física; era la creencia falsa en que la materia pudiera condicionar al hombre y quitarle su libertad y salud. Era la creencia en que el hombre pudiera desconocer su dominio y libertad espiritual, o no saber que solamente el Espíritu lo define. Jesús pensó correctamente acerca de su adversario: se negó a darle credibilidad. Rechazó sus pretensiones y lo reprendió con la verdad espiritual de la presencia de la Vida divina, la cual se expresa permanentemente en el hombre en inteligencia, integridad, fortaleza y libertad. Esta forma correcta de pensar trajo curación a través del poder de la Verdad.
Un seguidor de Jesús debería considerar la enfermedad y el dolor como adversarios, como espejismos materiales sobre los que tiene autoridad otorgada por Dios. El dolor afirma ser transmitido a través de los sentidos corporales. Pero la materia no puede pensar ni tener conciencia. Por lo tanto, el sufrimiento no es un producto de la materia, sino una creencia mortal e irreal. Nadie ha experimentado nunca la conciencia de dolor o enfermedad debido a algo en el cuerpo físico; es siempre un pensamiento erróneo manifestándose.
Pero los pensamientos erróneos no son reales. Ciencia y Salud declara: “El entendimiento divino reina, es todo, y no hay otra consciencia” (pág. 536). El reconocimiento de esta verdad nos ayuda a elevarnos hacia la percepción de la armonía espiritual, donde no hay consciencia de nada aparte del bien, y donde el dolor desaparece del pensamiento y de la experiencia. No se puede lidiar de manera eficaz con los adversarios llamados dolor, debilidad o miedo solamente con palabras, pronunciando débilmente algunas verdades espirituales. Derrotamos al adversario en la medida en la que la verdad que conocemos o expresamos nos parece más real y preciada que el testimonio falso del sentido material.
Por último, Jesús enseñó que hay que ponerse de acuerdo con el adversario rápidamente. Para librarnos de ser engañados para pensar erróneamente, necesitamos estar alerta para reconocer a un adversario como tal, y es sensato hacerlo cuanto antes, con afirmaciones y declaraciones firmes de la verdad espiritual. En el momento en el que un pensamiento erróneo se presenta en nuestra consciencia, debemos “ponernos de acuerdo”, o pensar correctamente, acerca de la mentira. Para ser eficaces en la curación debemos erradicar inmediatamente cualquier pensamiento que no se origine en la Mente divina. Nunca debemos permitir que un pensamiento erróneo nos acompañe ni por un instante. Debemos ser incondicionalmente fieles para con Dios, la Verdad divina y el Amor.
La estrategia para luchar contra el mal que Jesús delineó para sus seguidores no implicaba espadas físicas y armadura. Era pensar correctamente sobre el enemigo inmediatamente, declarar que el amor de Dios es tan infinitamente poderoso y completo que excluye cualquier adversario que pudiera pretender cegarnos ante su falsedad y obstruir nuestro avance. Podemos y debemos asumir rápidamente al adversario, y ponernos de acuerdo en no aceptar la creencia de que haya un poder aparte de Dios, reconociendo en lo profundo de nuestro ser la verdad de que Dios es todo poder y de nuestra perfección espiritual. De esta manera estamos capacitados para derrotar al adversario, al espejismo que los sentidos materiales presenten.
Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2016.
