Hay un refrán que dice: “Si lo único que tienes es un martillo, todo te parecerá un clavo”, lo cual ilustra la lamentable tendencia del pensamiento humano a suponer que una forma arraigada y prescrita de hacer las cosas puede aplicarse con eficacia a cualquier problema que enfrentemos. Por supuesto, lo que se necesita es tener la honesta y humilde disposición de considerar cualquier problema y discernir lo que realmente se necesita, en lugar de suponer desde un principio cuál debería ser la solución. Lo que somos se ve en lo que pensamos y hacemos. Nadie quiere ser la expresión de conclusiones o hábitos automáticos de pensamiento. Lo que más se necesita es que cuidemos de nosotros mismos de una manera muy profunda, a fin de estar siempre listos para escuchar y ser esa nueva respuesta y contestación del amor.
Los médicos están aprendiendo gradualmente que el protocolo médico que alivió a determinado paciente de cierta enfermedad posiblemente no funcione para otro paciente con la misma enfermedad. Lo mismo ocurre con el tratamiento metafísico de la enfermedad. La inspiración que produjo la asombrosa curación de una situación puede que resplandezca de tal manera en nuestros corazones que tal vez queramos continuar usando la iluminación que tuvimos ayer para lidiar con la oscuridad de hoy. Pero no funciona. La exigencia es ser lo que más se necesita hoy, no ser aquello con lo que nos sentimos más cómodos o de lo que estamos más humanamente convencidos.
Los conflictos entre la gente y las naciones con demasiada frecuencia se prolongan porque las personas son consumidas al querer estar “en lo correcto”, y convencer al lado contrario de esto, en lugar de preguntarse con toda sinceridad: “¿Qué es lo que más se necesita aquí y ahora mismo?” La curación mediante la oración con mucha frecuencia se retrasa debido a la tendencia de lanzarse a orar afirmando con desesperación todas las cosas “que sabemos acerca de la Verdad”, en lugar de pedir con confianza y sinceramente al Amor divino que nos muestre qué debemos saber de la Verdad, y cómo podemos ser la expresión de la Verdad en este momento.
Cristo Jesús constantemente apartaba el pensamiento de aquellos con los que se encontraba, del sentido preestablecido de lo que era correcto, para que alcanzaran una percepción más elevada de lo que el Amor divino estaba proporcionando para responder a la necesidad. Cuando encontraron a una mujer en el acto de adulterio, la multitud de “nosotros sabemos lo que es correcto” trató de engañar tanto a la mujer como a Jesús. El agravio era claro y también lo era el castigo: se suponía que la comunidad debía arrojarle piedras hasta que muriera. ¿Qué diría este nuevo predicador del amor y del reino de los cielos acerca de este estricto requisito de la ley de Dios? Vale la pena señalar que la reacción de Jesús no fue decir que la ley moral era anticuada e irrelevante. Más bien fue demostrar a todos cómo la inalterable ley del Amor, que es eterna y está siempre adelante de los tiempos en que vivimos, respondería a la necesidad humana de aquel momento. Él dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). Cuando cada uno de los que la acusaban comenzó a examinar su propio corazón, dejó de lado la condenación y su pretendida superioridad moral que planeaba lanzar contra la mujer en forma de roca, y se fue. El mensaje de Jesús —y el poder de ese mensaje redentor— era lo que todos ellos más necesitaban. La mujer necesitaba ser perdonada y reformarse. Los hombres necesitaban descubrir su capacidad para expresar compasión y comprender que la ley moral hace más que juzgar; en realidad trae redención. De acuerdo con la Ciencia Cristiana, todo el incidente era la evidencia de la ley divina de la que habla Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494).
Si se tienen en cuenta todas las complejidades de la experiencia humana, realmente estamos hablando de algo bastante simple: escuchar, realmente escuchar para saber cuál es la verdadera necesidad, y preguntar de qué forma el Amor divino responderá a esa necesidad. Cuando estamos realmente atentos para escuchar esa voz, estamos atentos para escuchar al Cristo. Y el Cristo no habla en el lenguaje de los preconceptos humanos, sino con la “corrección justa” y el ilimitado poder del Amor divino. Después de todo, ¿quién hubiera pensado que la solución más amorosa para los hijos de Israel sería deambular por el desierto durante cuarenta años después de haber sido liberados de la esclavitud en Egipto? Pero lo que ellos verdaderamente necesitaban era aprender a confiar más en Dios, y hasta que hicieran eso, ninguna otra solución podía brindar una respuesta, a pesar de todos los llamados instintivos que la mente carnal hacía para regresar a Egipto, donde por lo menos ellos sabían lo que significaba ser esclavo. Ya sea que estemos hablando de nuestras vidas personales o de nuestras iglesias, podemos tener la certeza de que lo que debamos hacer para ser más de lo que genuinamente se necesita incluirá aprender más acerca de cómo expresar Verdad y Amor, o Dios; incluirá aprender a apoyarnos menos en la materia y en las formas materiales de pensar.
Un ejemplo de un esfuerzo concertado para ser lo que más se necesita puede verse en el pensamiento actual respecto a los pasos de avanzada del Christian Science Monitor. Cuando se fundó el Monitor había una gran necesidad de tener un periodismo equilibrado y justo, que centrara una amplia lente sobre el mundo. Al adherirse a su objetivo de “no hacer daño a nadie, sino bendecir a toda la humanidad” (Mary Baker Eddy, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 353), el Monitor pudo ser lo que más se necesitaba: una fuente de noticias imparcial y considerada, para contrarrestar el periodismo sensacionalista de su época. Pero ¿cuál es la más grande necesidad del periodismo de hoy? Actualmente, las noticias y los dispositivos que las transmiten son tan ubicuos que la mayoría de la gente está al tanto de los principales sucesos mundiales virtualmente momentos después o incluso mientras están ocurriendo. Cuando pensamos en el torrente de noticias que recibimos cada día, ¿lo que más se necesita no es acaso recibir iluminación, en vez de simplemente hechos? Necesitamos una fuente de noticias que se enfoque en las cosas que realmente son importantes, en áreas de progreso de la humanidad, en temas donde el entendimiento pueda contribuir a crear puentes donde haya división; que se enfoque en los lugares oscuros del mundo donde se necesite el espíritu de la humanidad para elevar y mejorar una situación. Entonces, como lectores, podemos ser una parte activa del impulso del pensamiento que trae cambio y propósito a los desafíos que enfrenta el mundo. El Monitor se encuentra en un momento crucial en este sentido. No se logrará simplemente mediante el personal dedicado que trabaja para el mismo. El éxito exigirá compromiso, energía y el apoyo concreto de todos aquellos que aman el propósito y la promesa del Monitor “de difundir indivisa la Ciencia que opera sin agotarse” (Miscelánea, pág. 353), para encontrar y ser testigo de las formas en que el bien está operando para elevar a la humanidad a fin de que vea algo mejor en su futuro de lo que ha podido ver antes.
Este es tan solo un ejemplo de cómo la Iglesia de Cristo, Científico, con sus miembros en todo el mundo, está trabajando para ser lo que más se necesita en nuestro mundo: una solución sanadora. El antiguo enfoque del mundo era traer el martillo del pensamiento material para atacar cualquier problema que surgiera. El nuevo enfoque, iniciado por Cristo Jesús y hecho científicamente práctico mediante la Ciencia Cristiana, es escuchar para saber de qué manera el Amor divino está suministrando las ilimitadas herramientas espirituales de inspiración, no solo para resolver un problema en particular, sino para despertar en nosotros una nueva comprensión de nuestra identidad espiritual y herencia como hijos de Dios. Esto es lo que más se necesita ahora mismo.
Scott Preller
Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Agosto de 2016.
