He aprendido lo importante que es estar agradecida por lo que Dios ha dado. Como dice el Salmista: “Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmos 139:14, La Biblia de las Américas). Dios realmente nos ve a cada uno de nosotros maravillosamente creados, nos ve como Sus ideas espirituales, sin defectos o problemas. También es importante que nos veamos a nosotros mismos de la misma manera, como ideas saludables y activas, que expresan siempre a Dios, ¡día y noche! Hace algunos meses, pude poner estos conceptos en práctica.
Desperté en medio de la noche con agresivos síntomas de gripe. Me senté e inmediatamente me puse a orar, afirmando que este problema no era más que una sugestión mental agresiva, que no tenía poder o autoridad que la sostuviera. Dios, el Amor divino, estaba allí mismo cuidándome con esmero, así que no tenía nada que temer. Puesto que Dios es el único poder, sabía que ningún otro poder podía estar en operación que pudiera enfermarme. Es natural que se manifiesten en el cuerpo humano la normalidad, la salud y la plenitud que Dios da al hombre. Tomé una fuerte posición mental a favor de esta verdad y me negué a permitir que la sugestión de la enfermedad fuera más allá.
En mi práctica diaria de la Ciencia Cristiana, estoy aprendiendo continuamente a seguir esta instrucción de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Levántate en la fortaleza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien”. El pasaje continúa diciendo, “Dios ha hecho al hombre capaz de esto, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente concedidos al hombre” (pág. 393).
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