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Original Web

Rápida curación de síntomas de gripe

Del número de octubre de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 27 de agosto de 2018 como original para la Web.


He aprendido lo importante que es estar agradecida por lo que Dios ha dado. Como dice el Salmista: “Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmos 139:14, La Biblia de las Américas). Dios realmente nos ve a cada uno de nosotros maravillosamente creados, nos ve como Sus ideas espirituales, sin defectos o problemas. También es importante que nos veamos a nosotros mismos de la misma manera, como ideas saludables y activas, que expresan siempre a Dios, ¡día y noche! Hace algunos meses, pude poner estos conceptos en práctica.

Desperté en medio de la noche con agresivos síntomas de gripe. Me senté e inmediatamente me puse a orar, afirmando que este problema no era más que una sugestión mental agresiva, que no tenía poder o autoridad que la sostuviera. Dios, el Amor divino, estaba allí mismo cuidándome con esmero, así que no tenía nada que temer. Puesto que Dios es el único poder, sabía que ningún otro poder podía estar en operación que pudiera enfermarme. Es natural que se manifiesten en el cuerpo humano la normalidad, la salud y la plenitud que Dios da al hombre. Tomé una fuerte posición mental a favor de esta verdad y me negué a permitir que la sugestión de la enfermedad fuera más allá.

En mi práctica diaria de la Ciencia Cristiana, estoy aprendiendo continuamente a seguir esta instrucción de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Levántate en la fortaleza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien”. El pasaje continúa diciendo, “Dios ha hecho al hombre capaz de esto, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente concedidos al hombre” (pág. 393). 

Pude resistirme a ver una versión incorrecta de mí misma porque sabía que era la creación maravillosa de Dios y, por lo tanto, no podía aceptar una visión falsa y material. ¿Y adivina qué? Después de orar durante unos minutos, me recosté, me sentí en paz, y al poco tiempo desperté con la alarma, ¡sintiéndome totalmente libre! Estaba descansada y lista para comenzar el día ayudando a otros.

Sabía por otras curaciones en mi vida que, como dice Ciencia y Salud: “La Verdad es el remedio de Dios para el error de toda clase, y la Verdad destruye sólo lo que no es verdadero. De ahí el hecho de que, tanto hoy como ayer, el Cristo echa fuera los males y sana a los enfermos” (págs. 142–143). 

Y en la Biblia, el libro de Jeremías dice: “Sáname, oh Señor, y seré sanado; sálvame y seré salvo, porque tú eres mi alabanza (17: 14, LBLA). Podemos esperar con confianza que el poder de Dios detenga el temor y traiga curación a nuestras vidas. Nuestra integridad y perfección no pueden ocultarse de nosotros; son hechos espirituales, y nuestro derecho divino. 

Deborah Wright
Alma, Michigan, EE.UU.

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