En 2014, sentí algo de picazón en uno de los dedos del pie. Al principio, no le di importancia y lo ignoré. Pero muy pronto noté cierta inflamación. Como me apoyo en Dios para todas mis curaciones, recurrí a Él en oración en busca de guía. Oré para saber que la materia no tiene sensación y que no podía sufrir de ningún tipo de inflamación porque fui creada espiritualmente.
Continué orando por esto durante todo el día, pero a la mañana siguiente me desperté con dolor. Vi que tenía un forúnculo en un dedo, y que el pie estaba hinchado. Tenía mucho miedo, porque me recordó los forúnculos que mi hijo mayor había tenido hacía unos años. Se habían sanado, pero yo seguía temerosa, y decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con su oración. Ella con mucho amor estuvo de acuerdo en orar conmigo.
Le conté a la practicista acerca de mis temores, y me dijo que yo estaba hecha a imagen y semejanza de Dios y que Su reflejo no podía ser temeroso. También me dio esta verdad de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Lloramos porque otros lloran, bostezamos porque ellos bostezan, y tenemos viruela porque otros la tienen; pero la mente mortal, no la materia, contiene y es portadora de la infección” (pág. 153). Yo sabía que la curación se produce en el pensamiento. Ella también me dijo que sería bueno estar agradecida en lugar de temerosa, ya que mi hijo había sido sanado por medio del tratamiento en la Ciencia Cristiana, y no había vuelto a producirse.
Comprendí que la mente mortal es el único (supuesto) creador de la enfermedad, y que la materia en realidad no tiene ningún poder para lastimar o para curar. Oré con diligencia de esa forma, pero no lograba alivio alguno; los síntomas empeoraron, y me resultaba muy difícil caminar. Le avisé a la practicista, y me dijo que no me dejara impresionar por los síntomas, y que evitara mirarlos o pensar en ellos. Yo sabía que hacer esto me ayudaría a no darle poder en mi pensamiento. Ella también me recomendó que leyera la respuesta a la pregunta “¿Qué es el hombre?” en Ciencia y Salud (véase págs. 475-476). Leí la respuesta reemplazando la palabra hombre con mi nombre, y así tuve bien en claro que las ideas me pertenecían a mí. Comprendí que soy una idea de Dios y no puedo estar temerosa ni ser una víctima.
El dolor disminuyó, pero creía que el forúnculo solo podría sanarse por completo después de drenar. La practicista me dijo que eso no era cierto; que puesto que la curación en la Ciencia Cristiana tiene lugar en el pensamiento no tiene que seguir un proceso material. De manera que decidí no estar atenta a los síntomas para ver lo que estaba pasando, y cubrí parte del pie con un trozo de tela.
La practicista también me sugirió que leyera “The connection between purity and health” [La conexión entre la pureza y la salud] por Jan Kassahn Keeler, publicado en el Christian Science Sentinel del 29 de noviembre de 1999. El artículo me impulsó a considerar que el Cristo, la Verdad, purifica nuestra consciencia y nos capacita para ver nuestra perfección, intacta e intachable. También estuve inspirada por estas líneas en particular del artículo: “Puesto que Dios, el único creador, es Todo y es enteramente bueno, no hay lugar en Su creación para el mal. Su pureza y bondad llenan todo el espacio, y no pueden ser contaminadas”. Corregí mi pensamiento y volví mi pensamiento más hacia Dios, el bien. Decidí no aceptar ninguna teoría de la mente mortal.
En pocos días, el pie estaba de nuevo en su condición normal sin ningún drenaje. Estaba totalmente libre de los síntomas. Sin embargo, tenía una cicatriz en el dedo. Cuando hablé sobre esto con la practicista, me dijo que “olvidara”, o dejara de lado, cualquier proceso y la creencia de que algo malo había ocurrido, porque eso era totalmente una ilusión. Yo sabía que esto era verdad desde la perspectiva de la creación completamente buena de Dios, en la cual nunca había ocurrido. Pensé que un sueño nunca deja una cicatriz, y todo había sido un sueño material. Muy pronto la cicatriz también desapareció por completo.
Estoy agradecida a Dios por esta curación, y a la practicista de la Ciencia Cristiana por su tratamiento sanador por medio de la oración. La curación se produjo en 2014, y el problema no ha vuelto a manifestarse.
Goldy Bajaj
Chandigarh, India
