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Original Web

Cuando surgen desafíos durante el crecimiento espiritual

Del número de junio de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 9 de abril de 2018 como original para la Web.


Un pequeño grupo de creyentes es llamado a levantarse, renovar su fe y dedicarse sin reserva a reconstruir el muro que rodea la ciudad sagrada. Esta historia —de Nehemías y su pueblo (véase Nehemías, capítulos 1 – 6)— captó toda mi atención un lunes a la mañana cuando comencé a leerla en la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana de esa semana.

Recientemente había estado orando con más consagración para apoyar la práctica de la curación en la Ciencia Cristiana, muy consciente de que a lo largo del camino de nuestro creciente compromiso espiritual, a veces enfrentamos pruebas. El relato de Nehemías de cómo los israelitas, bajo su inspirado liderazgo, enfrentaron la persistente oposición con valor, alerta espiritual y firmeza, cobró vida para mí e influyó en mis oraciones.

Cuando estaba a la mitad de la Lección, y me acercaba a los versículos que relatan los numerosos intentos de los adversarios de Nehemías para asediar y finalmente impedir el trabajo de la gente, vino a continuación esta breve selección correlativa de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “La espiritualidad asedia abiertamente el materialismo. ¿De qué lado estamos peleando?” (pág. 216).

Esa declaración “La espiritualidad asedia abiertamente el materialismo”, se destacó como si estuviera remarcada en la página, y la releí varias veces. Su yuxtaposición con las pruebas que enfrentó Nehemías ¡fue sorprendente para mí! Sus numerosos adversarios, al tratar de impedir su misión, ciertamente parecían haber tenido la iniciativa, sugiriendo que él y sus consagrados trabajadores eran muy pocos en número y demasiado débiles físicamente como para hacer el trabajo, acusándolo de que tenía motivos ocultos, incluso tratando de apartarlo subrepticiamente del propósito inspirado por Dios. Pero aquí, en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, yo estaba leyendo que el Espíritu y la espiritualidad estaban en realidad a la ofensiva: no eran las personalidades humanas, ni las mentes personales y los llamados egos separados de Dios que afirmaban tener sus propios planes.

Empecé a comprender que la única forma precisa de interpretar los múltiples intentos de derrocar la misión de Nehemías inspirada por Dios, sería razonar partiendo de la perspectiva de la omnipotencia del Espíritu, de Dios, como enseña la Ciencia Cristiana. A través de la lente de la Ciencia divina percibimos que el poder de Dios sostiene a todos Sus hijos a Su propia imagen, dentro de Su afectuosa omnipresencia. El Espíritu es realmente la única causa que tiene iniciativa. Una apreciación del ego personal humano no tiene ni lugar ni iniciativa ni poder para actuar dentro de la presencia eterna de un Dios infinitamente bueno.  

Cuando al orar abrigamos humildemente esta verdad de la existencia espiritual, tiene el efecto de poner de manifiesto y destruir las falsas pretensiones de poder de la mente carnal, y de destacar el gobierno justo y propósito espiritual de nuestro Padre.

Nehemías y su vigilante grupo deben de haber estado sumamente conscientes del poder de Dios para proteger y hacer prosperar un propósito correcto. Al apelar a Dios con persistencia, aun ante las severas pruebas que enfrentaron, mantuvieron un animado compromiso con su misión y finalmente completaron el trabajo de reconstruir el muro.

Es una lección particularmente útil para nosotros hoy en día. Podemos decir que nos encontramos en una coyuntura en la historia cristiana cuando escuchamos nuevamente el llamado de “levantémonos y edifiquemos” (Nehemías 2:18). Muchos Científicos Cristianos están sintiendo la clara necesidad de profundizar su estudio y comprensión de la Ciencia del Cristianismo; y se están esforzando de muchas formas al orar conscientemente para practicar la curación espiritual con más constancia en su vida, de acuerdo con el propósito sanador fundamental de la Iglesia de Cristo, Científico (véase Mary Baker Eddy, Manual de la Iglesia, pág. 17).

Tal vez sepamos, de nuestro propio compromiso de seguir los pasos de Cristo Jesús, que el camino hacia adelante no siempre es fácil. A veces hay lo que podría denominarse rechazos de parte de la mente carnal, o mortal, contra la acción sagrada y benigna de la Verdad en nuestra vida. Si bien, por lo general, en considerablemente menor escala de los que enfrentaron Nehemías y sus trabajadores, los desafíos bien pueden presentarse en nuestra experiencia al profundizar nuestro crecimiento espiritual y aumentar nuestra capacidad para sanar. Por ejemplo, tras haber decidido dedicar ciertas horas regulares para orar y para nuestro estudio espiritual, es posible que surjan circunstancias que hacen particularmente difícil cumplir con ese compromiso. O tal vez pueda haber una interrupción inexplicable en una relación de familia justo antes de un acontecimiento importante para el cual hemos orado activamente. Quizás nos critiquen injustamente en el trabajo —incluso acusaciones falsas— por habernos mantenido firmes en cuestiones de ética.

Situaciones como estas pueden parecer muy directas y personales cuando estamos en medio de ellas. Pero si hemos estado estudiando, orando y esforzándonos por vivir constantemente de acuerdo con nuestras oraciones, estos desafíos pueden muy bien ser el resultado del buen trabajo que estamos haciendo. La Sra. Eddy tiene un término muy apropiado para el tipo de trastorno que a veces resulta debido al efecto purificador de la Verdad en la consciencia y la experiencia humanas: quimicalización. “En la quimicalización moral, cuando los síntomas del mal, de la ilusión, se agravan, es posible que pensemos, en nuestra ignorancia, que el Señor ha producido un mal; pero debiéramos saber que la ley de Dios pone al descubierto el así llamado pecado y sus efectos, sólo para que la Verdad pueda aniquilar todo sentido del mal y todo poder de pecar” (Ciencia y Salud, pág. 540).

Uno de los aspectos importantes de la historia de Nehemías es que esos aparentes trastornos no son “el acontecimiento más importante”. Funcionan como la estela producida por el movimiento de un barco que navega en el mar, que se disipa en la distancia a medida que la nave avanza. Aunque cuando surgen situaciones difíciles oramos por ellas, la gran necesidad es seguir espiritualmente adelante con aquello que es en verdad vital, prestándole nuestra sincera atención y enfocándonos en la oración para acercarnos más a Dios, para comprenderlo mejor y reconocer que estamos bajo Su guía y cuidado.

La razón por la cual me había sentido tan sorprendida aquel lunes por la mañana cuando fueron desarrollándose los pormenores de la historia de Nehemías, fue que yo me había quedado absorta en los variados y dramáticos detalles de las pruebas que estas personas habían tenido que enfrentar, y esencialmente perdí de vista lo más importante. El relato ilustra muy claramente que Dios es la única causa y poder verdaderos. Dios era el poder detrás de la inspiración de Nehemías de hacerse cargo de reconstruir el muro. Dios inspiró al rey de Persia para que le permitiera viajar a Jerusalén para cumplir con esa tarea. Dios había preparado el corazón de la gente para que aceptaran hacer el proyecto. Y Dios había elevado el espíritu en cada participante “para esta buena obra” (Nehemías 2:18, según versión King James).

Es Dios quien nos impulsa a cada uno de nosotros a asumir un mayor compromiso para demostrar la curación mediante el Cristo.

Del mismo modo, es Dios quien nos impulsa a cada uno de nosotros a asumir un mayor compromiso para demostrar la curación mediante el Cristo. Ya sea que permitamos que se sepa públicamente que estamos disponibles para dar tratamiento en la Ciencia Cristiana, o decidamos ser más concienzudos al orar por temas sociales, o nos sintamos impulsados a realizar alguna acción cívica más constructiva, todo esto es una evidencia de que el Cristo de Dios se está moviendo en nuestros corazones. De hecho, todo impulso para hacer el bien proviene de Dios, y es el resultado del Espíritu Santo, o Cristo eterno —la vivificante influencia divina de Dios, el Espíritu— actuando en la consciencia humana. El Espíritu Santo nos mueve a actuar de formas que glorifican a Dios; nos inspira y nos da energía espiritualmente para cumplir con los propósitos del bien.

Para avanzar en nuestro progreso es esencial tener una resistencia saludable contra toda sugestión mental agresiva que trate de envolvernos para que dudemos crónicamente de nosotros mismos o nos enrede en emociones humanas negativas. Es conveniente hacernos la pregunta que hizo la Sra. Eddy: “¿De qué lado estamos peleando?” ¿Estoy permitiendo que mis pensamientos se alisten del lado de algún desafío, viéndome a mí mismo como el objeto de un ataque personal y sintiéndome temeroso, enojado, vulnerable, hasta inepto espiritualmente para orar con eficacia por una resolución saludable? ¿O estoy poniendo a un lado la reacción humana, incluso la falsa evaluación de mí mismo y de aquellos que me rodean, y recurriendo a Dios con humildad e insistencia para obtener discernimiento espiritual? ¿Me estoy poniendo del lado de lo que Él me está mostrando en mis oraciones? La percepción espiritual nos capacita para declarar con certeza: “Estoy hecho a Su semejanza, por lo tanto, reflejo ilimitada sabiduría divina. Soy, como dice en Efesios, ‘fuerte en el Señor, y en el poder de su fuerza’ (6:10, según versión King James). Estoy abrazado, junto con todos los hijos de Dios, en Su Amor divino e infinito, por lo tanto, estoy permanentemente a salvo”.

Sabemos que hemos alcanzado un hito fundamental en nuestro progreso espiritual, cuando nuestro deseo sincero es ver que el Amor divino prevalezca en una situación difícil y que nuestros llamados perseguidores sean bendecidos. Cuando nuestro deseo de conocer a Dios y tener una curación mediante el Cristo es más importante que cualquier deseo que podamos tener de vernos a nosotros reivindicados o a otros castigados, entonces podremos ser testigos en nuestra oración de que la operación de la ley de Dios lleva adelante los propósitos del bien.

Por más intenso que parezca el drama humano que se esté desarrollando, el Amor divino nos da la seguridad de que, de hecho, no estamos donde el magnetismo animal (la falsa afirmación de la mente mortal) ha estado diciendo que estamos, entre infinidad de personalidades mortales, en circunstancias que parecen imposibles de manejar. Ninguno de nosotros lo está. Estamos en el reino de Dios, el reino de los cielos, el que Jesús describió que está por siempre “cerca” (Mateo 4:17, según versión de la Biblia, Dios Habla Hoy). Aquí, dentro de la infinita omnipresencia de la inteligencia divina, no hay mente mortal y en consecuencia no hay rechazo de la mente mortal contra la afectuosa voluntad y propósito que el Padre tiene para nosotros. Solo Dios es Mente, la única Mente que gobierna al hombre, es decir, a nosotros mismos y a todos aquellos que estén envueltos. La aparente presencia de la injusticia, las opiniones mortales falsas, la persecución en nombre de la justicia, no son más que las numerosas máscaras de la creencia falsa fundamental de que hay muchas mentes. Son maniobras fraudulentas que si pudieran nos apartarían de la verdad de que hay una sola Mente infalible. Pero no tienen ningún poder inherente para disuadir nuestra creciente confianza en que Dios es todo o socavar la herencia que nos pertenece por ser Sus hijos, la cual incluye dominio sobre las pretensiones del error.

No es tan importante que las pruebas a veces ocurran cuando estamos creciendo espiritualmente, como lo es que interpretemos estas pruebas con acierto, como evidencias de que la Verdad está desafiando al error, no viceversa. A medida que nos mantengamos firmes en los hechos espirituales de la existencia, adaptándonos lo más posible al ejemplo del Maestro, y continuemos con el trabajo que el Padre nos ha dado para hacer, la conmoción será apaciguada, y nos encontraremos espiritualmente sobre un suelo nuevo y más firme. Podemos confiar en la constante acción redentora de la Verdad y prever su triunfo en cualquier situación difícil que podamos estar enfrentando.


El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana. 

Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 494

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