El otro día estaba sentada en la sala de espera de un centro de servicio de automóviles expresando gratitud incluso por poder estar allí. Al despertar esa mañana, y darme vuelta para apagar el despertador, sentí al instante un dolor severo en el área del omóplato, como si algo me estuviera apretando. El dolor era tan fuerte que casi no podía respirar, y necesité la ayuda de mi esposo para poder levantarme de la cama.
Normalmente, me encanta despertarme en las mañanas para saludar a Dios y escuchar las afirmaciones espirituales del bendecido día que voy a tener como Su amada hija. Sin embargo, esa mañana, supe que tenía que orar directamente para que mi pensamiento se elevara espiritualmente, a fin de poder recibir esos mensajes. Me puse lo más cómoda posible y comencé a estudiar la Lección Bíblica semanal que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.
Sabía que esas palabras de aliento de la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, apoyarían mi confianza en que el Cristo, la Verdad, se ocuparía de todas mis necesidades a lo largo del día. Leí los siguientes versículos de Proverbios: “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia (…) Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz” (3:13, 17). A medida que oraba me sentí segura de poder apoyarme en las verdades de las Escrituras para refutar la mentira del dolor y comprender que confiar en la guía y el gobierno de Dios traería alegría y paz a mi día.
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