A veces, cuando las cosas parecen más sombrías, necesitas un amigo. Para mi familia, ese amigo fue el Christian Science Sentinel.
Décadas atrás, mi abuela estaba sufriendo de una dolorosa afección neurológica que los médicos a los que consultó diagnosticaron como incurable. Al mismo tiempo, los especialistas le dijeron a mi madre, que en ese entonces era una adolescente, que perdería la vista en unos pocos meses. Ambas mujeres fueron sanadas por las radicales ideas espirituales que encontraron en las páginas del Sentinel.
¿Cómo puede ser que leer algo sane condiciones físicas consideradas incurables?
Dedicarse a comprender las ideas espirituales puede tener un efecto transformador en el pensamiento y en la experiencia. A medida que el lector comienza a percibir la bondad suprema de Dios y su propia semejanza ininterrumpida con Él, el amor restaurador de Dios, el poder que Cristo Jesús ilustró, se vuelve más tangible y se halla que puede confiarse constantemente en él para satisfacer las necesidades humanas.
En la desesperada situación de mi familia, como en innumerables otras a lo largo de los años, el Sentinel cumplió su misión de “mantener guardia sobre la Verdad, la Vida y el Amor”. Mantuvo el entendimiento de que la realidad, la existencia y el amor son puramente espirituales, y que espiritualizar el pensamiento, trae curación. Por medio del Sentinel esta buena noticia llegó a mi madre y a mi abuela en lo que entonces era un área remota de las llanuras canadienses.
Hoy las revistas de la Ciencia Cristiana continúan proclamando las buenas nuevas de que la curación espiritual está al alcance de todos y que “nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37).
Cheryl Ranson
Del equipo de Redacción
