La intercomunicación es siempre de Dios hacia Su idea, el hombre.
—Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 284.
La gente que necesita hablar o a quienes simplemente les encanta hablar idiomas extranjeros, a menudo anhela hablarlos con poco o ningún vestigio de acento, es decir, sin la sobreimposición de las inflexiones y ritmos de su idioma nativo.
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