Justo después de graduarme de la preparatoria, mi mamá falleció y me sentí perdido. Mi roca ya no estaba allí para mí. Y como era de esperar, la dinámica de nuestra familia cambió. La pregunta que me seguía haciendo era: ¿Por qué Dios permitiría esto? El pastor de nuestra familia respondió que era la voluntad divina. Pero esta respuesta parecía completamente desconectada de lo que había aprendido en la Escuela Dominical, que “Dios es amor” (I Juan 4:8), y no podía creer que la muerte de mi mamá fuera Su voluntad. Me fui a la universidad sin una respuesta a mi pregunta y sintiéndome triste, enojado y solo.
Ocho años después, estaba viviendo y trabajando en una parte remota de los Estados Unidos. Una tarde temprano, estaba caminando solo en el jardín de nuestro complejo de viviendas cuando detrás de mí, escuché la voz de mi madre hablándome claramente: “Jay, estoy bien”. Aunque sabía que ya no estaba físicamente presente, tuve que mirar. Por supuesto, cuando me di la vuelta, no había nadie, pero su voz ciertamente había parecido estar allí.
Para entonces estaba estudiando la Ciencia Cristiana y había aprendido que, de hecho, el fallecimiento de mi mamá no era la voluntad de Dios, y que Dios es del todo amoroso y compasivo. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en la página 206 de su obra trascendental, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, “Dios no hace que el hombre peque, esté enfermo o muera”. El fallecimiento de mi mamá no tenía nada que ver con el plan o el propósito de Dios para ella, que no podía ser otra cosa que bueno y amoroso, puesto que Él es bueno y es el Amor mismo. Como el autor de Primera Juan nos dice: “Él [Dios] nos amó primero” (4: 19). Después de escuchar la voz de mi mamá, supe que ya no había más sufrimiento y mi tristeza desapareció. Pero no podía explicar todo el asunto de la voz. ¿Qué significaba eso?
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