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Original Web

¡Escucha los ángeles cantar!

Del número de diciembre de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 24 de diciembre de 2020 como original para la Web.


Mamá me dio, como regalo de Navidad adelantado, una estatuilla de un ángel de aspecto apacible, vestido de blanco y con una caja de música en su interior que tocaba el villancico “Noche de paz”. Es una pieza hermosa, y, sin embargo, sé que los verdaderos ángeles no son seres alados, como los artistas los han representado durante tanto tiempo. Más bien, son intuiciones espirituales e inspiradoras de Dios.

En la Biblia, los ángeles son mensajeros de Dios que atienden las necesidades de las personas, anuncian, iluminan y guían. Aquellos que eran receptivos a los ángeles, y después obedecieron sus mandatos, fueron bendecidos, y esas bendiciones también llegaron a muchos otros.

Al poner la estatuilla sobre la mesa, comencé a reflexionar sobre el papel que desempeñaron los ángeles de la presencia de Dios en el desarrollo de la historia de Navidad. De tan solo uno hasta una multitud, los ángeles rodearon la gloriosa aparición del santo niño. ¿Cómo podrían haberse cumplido esos acontecimientos sin los ángeles?

El ángel Gabriel le dijo a María el papel que ella tendría en los acontecimientos que se desarrollarían. El ángel le aseguró, además, que el santo nacimiento se llevaría a cabo por medio del poder del Altísimo y de la actividad del Espíritu Santo, trascendiendo la ley material y revelando a Dios como el Padre (véase Lucas 1:26–35). Las preocupaciones de José también disminuyeron cuando el ángel del Señor le confirmó el plan divino (véase Mateo 1:18–25). 

A los pastores vigilantes, primero les apareció el ángel del Señor, y luego “una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios”, regocijándose por la aparición del Mesías y proclamando paz y buena voluntad a todos. Los pastores respondieron al mensaje angelical y fueron a Belén a ver al niño Cristo (véase Lucas 2:8–16). Después del nacimiento de Jesús, un ángel guió a José para que llevara al recién nacido a Egipto por seguridad, y más tarde, le indicó cuándo debía regresar a su casa en Israel (véase Mateo 2:13, 20). A lo largo de la historia de Navidad, vemos que los ángeles informan, explican, consuelan, anuncian y guían a todos los interesados.

Al día siguiente de abrir el regalo de mi mamá, continué sintiéndome inspirada con pensamientos acerca de los ángeles. Estaba terminando un proyecto, pintando cientos de adornos navideños para uno de mis clientes. Los adornos estaban esparcidos en mi sala de trabajo en el piso inferior de nuestra casa de dos niveles, y sobre una gran mesa de dibujo, justo debajo de una ventana que daba a la parte delantera de la casa. Al sentarme a la mesa, un pequeño “pensamiento angelical” me indicó que empacara todos los adornos terminados, y así lo hice. Al sentarme nuevamente, escuché otro mensaje angelical diciéndome que fuera arriba y escuchara “Noche de paz” en la caja de música del ángel. Tan pronto me apresuré y subí para encender esa dulce canción, sentí que la casa se sacudía con fuerza. Fue tan poderoso que me pregunté si era un terremoto o una explosión.

Pero lo que ocurrió fue que, al sacar su auto de la entrada, a nuestra vecina de enfrente se le atascó el pie en el acelerador, lo que hizo que el coche retrocediera incontrolablemente hasta el otro lado de la calle, subiera la colina de nuestro jardín delantero, y se estrellara y atravesara la ventana por encima de mi mesa de dibujo; la misma ventana de la que me había apartado momentos antes. Tanto mi vecina como yo estábamos ilesas, y los trescientos adornos que había sido guiada a empacar estaban intactos. ¡Yo estaba maravillada por los mensajes angelicales de Dios! 

Más tarde, al pensar detenidamente en estos acontecimientos, comprendí que los ángeles son un aspecto del cielo, el reino del que Jesús dijo “se ha acercado” (Mateo 4:17) y “dentro de vosotros está” (Lucas 17:21, KJV). Ellos nos revelan que todo el bien del reino de los cielos está inmediatamente accesible aquí y ahora. Al albergar —recibir y aceptar— a los ángeles en nuestro pensamiento, nos elevamos por encima de las percepciones físicas para percibir la presencia del reino de Dios. Por lo tanto, los ángeles no impiden que ocurran acontecimientos lamentables, más bien revelan que todos estamos en el reino de los cielos, en el que ninguna discordia puede suceder. 

Y podemos escuchar los pensamientos angelicales no solo en Navidad, sino siempre. Nuestra verdadera consciencia es espiritual, y es el lugar donde moran los ángeles que revelan salud y armonía, el reino de los cielos, dentro de nosotros y a nuestro alrededor. 

Toda intuición espiritual es un ángel, una idea de Dios que comunica la Verdad divina. Un salmo amado nos asegura: “Porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación. No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada. Pues Él dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos” (Salmos 91:9–11; LBLA).

Al ver que nuestra morada, el lugar en el que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser es el Altísimo, el reino de los cielos, sabemos que los ángeles de Su presencia están con nosotros, revelando que no hay ningún mal, ninguna enfermedad, ningún dolor, ningún daño en absoluto. Los ángeles son como poderosos rayos de luz, que dispersan la niebla de la discordia y el temor. Nos iluminan y nos dan a conocer una provisión ilimitada, nuevas oportunidades y el flujo constante del bien infinito, guiando nuestros pensamientos hacia adelante y arriba. 

La historia de Navidad revela el hecho de que los ángeles cantan a nuestra consciencia la presencia del Cristo, la gloriosa paz y armonía del reino de los cielos, aquí mismo. Siempre podemos escuchar ángeles cantando de alegría en nuestros corazones cuando abrimos nuestro pensamiento para percibir la presencia del bien infinito para todos, ¡siempre!

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