Las noticias de mi dentista no eran buenas. Después de tomar radiografías de mis muelas del juicio en desarrollo durante mi limpieza dental regular, me dijo que una de ellas se veía afectada y que necesitaba hacer una cita con un cirujano oral para que me extirparan todas las muelas del juicio. Según él, si me quitaban una me tenían que sacar todas.
Me habían extraído un diente antes, y después de esa experiencia, yo había decidido que no era algo que quería volver a hacer. Cuando le dije esto al dentista, escribió en mi legajo médico que había rechazado el tratamiento, y me dijo que lo único que podía salvar ese diente era la intervención divina. Bueno, ¡eso era exactamente lo que yo esperaba!
Es por eso que, después de salir del consultorio del dentista, en lugar de llamar a un cirujano oral, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí. Sabía que este problema de las muelas del juicio podía ser sanado mediante la oración debido a las muchas curaciones que ya había tenido y lo que había aprendido de ellas acerca de confiar en Dios.
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