Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Enfrentemos el racismo con los pensamientos de Dios

Del número de septiembre de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 31 mai 2021 como original para la Web.


Cuando era adolescente, de vez en cuando ayudaba a mi hermana haciendo su trabajo de entrega de periódicos. Una mañana, me encontré con una mujer mayor que me gritó insultos antiasiáticos, diciéndome que regresara a mi país. Era la primera vez que me encontraba con el racismo hostil, y me perturbaron bastante esas palabras.

Crecí trasladándome cada tantos años de un país a otro, y no sentía que Japón (si se define por raza) ni ningún otro país (si se define por nacionalidad) fuera “mi país”. Esta no fue una época feliz en mi vida. Nos habíamos mudado bastante precipitadamente a este último país, y no me gustaba mi escuela y extrañaba donde habíamos vivido antes. El incidente de esa mañana me hizo sentir aún más fuera de lugar. 

Esa noche, todavía estaba agitada por lo que había sucedido, furiosa por no haber tenido la presencia de ánimo como para pensar en una respuesta igualmente desagradable. Me irritaba que estuviéramos viviendo en este país debido al trabajo de mi padre, y, en el fondo, estaba triste porque, de todas formas ¡no sentía que tuviera un país al que volver!

Hablé con mi padre y le pregunté cómo debía pensar sobre lo que había sentido esa mañana. Me contó que, cuando vivía en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, una amiga japonesa había sido efectivamente “internada” en la universidad a la que asistía. Una vez ella había dicho: “No tengo que pensar pensamientos estadounidenses. No tengo que pensar pensamientos japoneses. Solo tengo que pensar los pensamientos de Dios”. Este comentario había liberado a mi padre de la sensación de sentirse atado por la nacionalidad, y comenzó a comprender mejor cómo pensar como Dios lo hace. (El Sentinel publicó el testimonio de mi padre en el que compartió este cambio en su forma de pensar; véase Takashi Oka, August 10, 1946.) 

No puedo decir que este comentario haya sido particularmente útil para mí en ese momento. Todavía estaba demasiado envuelta en el deseo de ejercer alguna represalia. Pero en los muchos años transcurridos desde ese incidente, he buscado comprender qué significa realmente pensar los pensamientos de Dios.  

Obviamente, los pensamientos de Dios deben originarse en Él. De modo que, para conocer dichos pensamientos, es importante comprender quién y qué es Dios. Me ha resultado útil recurrir a la Biblia y al libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, para conocer mejor a Dios.

Ciencia y Salud dice: “Dios es Espíritu; por tanto, el lenguaje del Espíritu tiene que ser, y es, espiritual” (pág. 117). Los pensamientos de Dios se comunican a través del lenguaje del Espíritu. ¿Cómo aprendemos a hablar este idioma? Al desplazarnos por todo el mundo durante mi niñez, aprendí a observar atentamente y a escuchar realmente para entender lo que alguien decía, porque a menudo estaba en situaciones donde mis habilidades lingüísticas no eran las de los de habla nativa. Descubrí que la comunicación a través de la mirada, los gestos y la entonación siempre daba un significado más completo que las palabras solas.  

De manera muy similar, aprender a hablar el lenguaje del Espíritu requiere apartarse de las palabras y conectarnos con nuestro sentido espiritual. En Ciencia y Salud leemos: “El sentido espiritual, contradiciendo los sentidos materiales, entraña intuición, esperanza, fe, comprensión, realización, realidad” (pág. 298). El sentido espiritual nos lleva más allá de las palabras a la comunicación que realmente viene de Dios. Estos son pensamientos que expresan bondad, amabilidad, paz, armonía, sabiduría. Los sentimientos heridos y airados que experimenté esa mañana, y el deseo de agredir verbalmente a la mujer o de mudarme a un país diferente, no eran pensamientos que expresaran la intuición, la esperanza y la realidad omnipresente de la creación de Dios, la que es completamente buena, y en la cual Dios y el hombre son inseparables. 

En esta verdad espiritual de nuestra inseparabilidad de Dios no existe el afuera. Incluye a cada hombre, mujer y niño, cualquiera sea su raza, cultura o religión. La armonía, la justicia y la paz son expresiones permanentes y omnipresentes de la creación de Dios. Cuando pensamos los pensamientos de Dios, vemos la bondad, el amor y la tierna compasión que son innatas en el universo divino.

Estaba empezando a comprender que cuando mi padre hablaba de pensar los pensamientos de Dios en lugar de pensamientos que lo definían por raza o nacionalidad, me estaba mostrando que todos podemos identificarnos espiritualmente debido a nuestra unidad eterna con Dios. 

Reservé tiempo para orar y estudiar realmente la Biblia y Ciencia y Salud. Me llamó la atención esta declaración: “La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios, una comprensión espiritual de Él, un amor abnegado” (Ciencia y Salud, pág. 1). Me di cuenta de que el “amor abnegado” no consiste simplemente en ser más generoso. Este amor no se origina en un punto de vista material, sino en un punto de vista espiritual, desde el que Dios ve y conoce a cada uno de nosotros como Sus amados hijos.  

Actualmente en los Estados Unidos, estamos pasando por una evaluación nacional en torno a la raza y la identidad, gran parte de la cual está saliendo a la superficie debido a la pandemia. Los incidentes de prejuicios y violencia, incluso contra los asiáticos, han expuesto el complicado estado de las relaciones raciales en este país, a pesar de los progresos realizados. 

 La profesora Anne Anlin Cheng describe la enredada naturaleza de este tema en un artículo de opinión de The New York Times. Ella pregunta “… ¿por qué es importante el enredo? Porque el desafío de la democracia no se trata de identificarse con alguien como tú (eso es fácil de hacer) ni de renunciar a tus propios intereses (eso es difícil de pedir). Se trata de aprender a ver que tus propios intereses están profunda e inevitablemente entrelazados con los intereses de los demás” (“What This Wave of Anti-Asian Violence Reveals About America”, February 21, 2021).

A fin de ver verdaderamente que nuestros propios intereses estén “entrelazados con los intereses de los demás”, tenemos que ir más allá de un sentido del yo definido materialmente hacia el amor abnegado que proviene de un punto de vista espiritual: pensar y actuar sobre la base de los pensamientos de Dios. Este sentido más elevado del yo elimina la creencia de que la seguridad y la confianza son inciertas o están reservadas solo para ciertas personas. Y encontramos nuestra seguridad y confianza en la verdad espiritual que nos mantiene a cada uno de nosotros en directa relación con Dios, quien nos ama y mantiene a cada uno de nosotros porque somos expresiones preciosas y únicas de Su creación infinita. Podemos enfrentar eficazmente el racismo y la injusticia cuando vemos que todos estamos abrazados en el amor de Dios.  

En mi carrera laboral, he experimentado racismo y acoso sexual, y he luchado con el deseo de arremeter y vengarme de los perpetradores. Si bien tomé las medidas apropiadas para reportar los incidentes, albergar sentimientos de odio me mantuvo en un lugar oscuro y lleno de ira. La paz solo llegó cuando dejé de identificarme como una víctima y a los demás como incapaces de cambiar su forma de actuar. Cuanto más oraba para pensar los pensamientos de Dios, más podía ver que Su amor es más profundo, más elevado, más grande e inclusivo de lo que jamás había imaginado. 

La siguiente instrucción de la Sra. Eddy: “en vez de miedo y odio quiero amar” (“Oración vespertina de la Madre”, Escritos Misceláneos, pág. 389), ha sido la única manera infalible que he encontrado de mantenerme en paz con toda la creación de Dios, y sentir la confianza y la seguridad que vienen al pensar los pensamientos de Dios. 

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / septiembre de 2021

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.