La mayoría de las empresas hoy en día ofrecen a sus empleados un paquete de beneficios, además de un sueldo, usándolo a menudo como un incentivo para atraer, retener y recompensar a los mejores empleados. Después de terminar la universidad, trabajé en el departamento de relaciones laborales de una empresa importante, y realicé, compilé y analicé una encuesta sobre los beneficios para empleados en toda la industria. Al hacerlo, me di cuenta de que, aunque ofrecían beneficios, para recibirlos el empleado necesitaba inscribirse y luego reclamarlos.
No fue mucho después de dejar el mundo corporativo que esta lección de tener que reclamar o aceptar nuestros propios beneficios volvió a ayudarme. Mientras tanto, me había convertido en una dedicada estudiante de la Ciencia Cristiana. En este estudio, no pude evitar reconocer que esta Ciencia es realmente el cristianismo de Cristo, que se basa en el Principio divino, Dios, y se demuestra de acuerdo con Sus leyes de la Vida, la Verdad y el Amor. La misión de Cristo Jesús era revelar esta Ciencia al sanar la enfermedad y el pecado, demostrando que su Principio es el Amor, Dios —por lo tanto, del todo bueno— y que la verdad de Dios es innegable. Y Jesús prometió a sus seguidores, incluso a nosotros hoy, lo siguiente: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31, 32).
Aprendí que necesitaba tomar esta promesa en serio, cuando de repente, enfermé gravemente. Al principio me dio miedo, porque parecía estar demasiado enferma como para pensar u orar. Pero entonces, rehusé aceptar eso, abrí la Biblia que tengo junto a la cama, ¿y sobre qué cayeron mis ojos? “Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmos 103:2, LBLA). Esa palabra beneficios me llamó la atención. El salmo pasa a enumerar el “paquete de beneficios” de Dios. Seis de ellos se mencionan específicamente, y los dos primeros son: “perdona todas tus iniquidades” y “sana todas tus enfermedades”. Fue entonces que recordé la lección sobre los beneficios que había aprendido en mi trabajo; los que necesitas reclamar o aceptar.
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