Hace más de 15 años, un vecino que más tarde se convirtió en un muy buen amigo, me dio a conocer la Ciencia Cristiana. Ese día me sentía como si estuviera en una neblina mental y fui al otro lado del callejón para charlar con este vecino, solo para cambiar la forma en que estaba pensando.
Nuestra charla de inmediato se tornó a la Biblia. Este vecino me habló de Dios como nadie lo había hecho antes. Me dijo que Dios es Amor y por lo tanto no causa daño a Sus hijos. Me explicó, por medio del primer capítulo del Génesis, que, puesto que Dios es Espíritu, el hombre —el hijo o imagen de Dios— es enteramente espiritual. Terminó prestándome el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy.
Lo que leí allí me impresionó, por así decirlo. Reconocí que las ideas de ese libro eran la verdad. Había visitado varias otras iglesias, pero la Ciencia Cristiana arrojó una nueva luz sobre las Escrituras que me pareció muy inspiradora.
Más o menos un mes después, tuve la oportunidad de probar directamente lo que había estado leyendo en Ciencia y Salud. Tenía todos los síntomas de malaria, algo que sufría crónicamente. Esta vez, mientras desarrollaba mis actividades, mantuve y afirmé mentalmente que como mi verdadera identidad es espiritual, la imagen y semejanza de Dios, no podía sufrir ni estar enfermo. Sentí la convicción de que esta era la realidad espiritual a pesar de lo que los sentidos presentaban, y me mantuve firme en lo que comprendí que era mi identidad espiritual, inseparable de Dios.
Los síntomas desaparecieron y nunca reaparecieron.
Desde entonces, me he apoyado en Dios para todo y también he tenido otras curaciones. Sigo profundamente agradecido a la Sra. Eddy por sus escritos, y a mi vecino y amigo por darme a conocer la Ciencia Cristiana.
Christian Pembelo
Pointe-Noire, República del Congo
 
    
