Recientemente, mientras jugaba con mi hijo pequeño, accidentalmente me golpeó dos veces en la garganta. Además del dolor inmediato, me costaba respirar y sentía una sensación incómoda en la tráquea.
Pude sentarme y mantenerme quieto y, como era miércoles por la noche, me conecté con la reunión de testimonios en línea ofrecida por mi Iglesia de Cristo, Científico, local. Tenía la firme y clara sensación de que sería sanado por el poder de la Iglesia.
Bueno, fue un servicio encantador, pero cuando se acabó, me entristeció darme cuenta de que todavía tenía dolores. Me volví a Dios en oración y pregunté qué debía hacer a continuación. De inmediato sentí una presencia divina tranquila y reconfortante, y me vino un pensamiento claro: “La Iglesia no ha terminado”.
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