A menudo, cuando enfrentamos un problema, ya sea relacionado con nuestra salud, finanzas o relaciones personales, nos abruma una sensación de carga respecto al tema. El peso de la carga surge debido a un sentido personal de responsabilidad por lo que estamos enfrentando, un sentido que sugiere que debemos arreglarlo.
Pero podemos liberarnos de esto comprendiendo que Dios, el único poder verdadero, nunca ha puesto ninguna carga o problema sobre nosotros. Nuestro trabajo consiste en estar dispuestos a esforzarnos por comprender lo que es verdad y lo que no lo es, y recibir el poder sanador del Cristo, que Jesús representó: el poder de Dios, el Espíritu, sobre un sentido material de la vida. Este Cristo omnipresente, el Mesías, trae salvación, libera de la discordia en cualquier forma que se presente, a lo largo de todos los tiempos.
Vemos evidencia de esta salvación en la Biblia. El Evangelio de Marcos registra que dondequiera que fuera Jesús el pueblo ponía a sus enfermos donde él iba a pasar para que pudiera sanarlos (véase 6:56). Y Mateo dice: “Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó” (Mateo 15:30).
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