El mundo está viendo situaciones y problemas del tamaño de Goliat, que intimidan y asustan a muchos. La gente está orando para encontrar soluciones, pero ¿es suficiente la oración? Para algunos, la oración puede parecer débil e ineficaz, como si escribiéramos la palabra agua en un pedazo de papel y la arrojáramos a un infierno incontenible.
Cristo Jesús nos dio un ejemplo excepcional y una valiosa instrucción a seguir cuando los desafíos del tamaño de Goliat amenazan y cuando quizá dudemos del poder de la oración.
Un hombre llevó a su hijo a Jesús para que lo sanara (véase Mateo 17:14-21, LBLA). La enfermedad del hijo, que quizás haya sido epilepsia, era grave y los síntomas impresionantes. Los discípulos de Jesús no habían logrado sanarlo. Jesús lamentó la falta de fe en general e inmediatamente sanó al niño. Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús por qué no habían podido sanarlo, él respondió: “Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: ‘Pásate de aquí allá’, y se pasará; y nada os será imposible. Pero esta clase no sale sino con oración y ayuno”.
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