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Original Web

PARA NIÑOS

Oré por mi cuenta

Del número de enero de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 11 de octubre de 2021 como original para la Web.


Cuando era niña, me encantaba ir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana cada semana. Me gustaba mucho mi maestra. Siempre estaba muy alegre. Me encantaba sentarme alrededor de la mesa con los otros niños, hablando de las historias de la Biblia. Sobre todo, me encantaba lo que estaba aprendiendo, porque me reconfortaba mucho. 

La Escuela Dominical era acerca de Dios y de cómo orar. Una de las primeras ideas con las que aprendí a orar fue: “No hay lugar donde Dios no esté”. Eso significa que Dios está en todas partes. Eso quiere decir que el Amor (otro nombre para Dios) está en todas partes. No hay ni un lugarcito donde Dios, el Amor, no esté.

Otra cosa que aprendí en la Escuela Dominical es que esas ideas de las que hablábamos no eran solo para los domingos. Eran para todos los días. Podía orar con ellas y sanar. Entonces, un día decidí orar por mi cuenta acerca de unas verrugas que tenía en las manos.

Oré para comprender que “no hay lugar donde Dios no esté”. No solo dije las palabras. Realmente pensé en lo que querían decir. Y escuché mis pensamientos para oír a Dios decirme que esa idea era realmente verdadera para mí.

Un día, cuando estaba orando, me di cuenta de que, puesto que Dios está en todas partes, el Amor también debe estar en todas partes, es omnipresente. Y como el Amor es omnipresente, las verrugas no podían estar presentes. No hay lugar para algo feo donde está el Amor.

Una cosa que es genial acerca de orar es que cuando Dios te muestra algo nuevo y verdadero, realmente permanece. Es como saber que 2+2=4. Una vez que sabes eso, nunca vuelves a pensar en 2+2=5. Porque sabes que es un hecho.

Eso es lo que me pasó con las manos. Una vez que supe que solo el Amor podía estar presente, ya no pensé en las verrugas. Y pronto, noté que las verrugas habían desaparecido por completo. Había sanado.

Estaba tan agradecida por esta curación que incluso la compartí en una reunión de testimonios del miércoles en mi iglesia. ¡Era el primer testimonio que daba! Me encantó compartir lo que había aprendido en la Escuela Dominical y cómo me ayudó.

Poner en práctica lo que aprendes acerca de Dios es divertido y sanador. Y ayudar a los demás contándoles lo que has aprendido también es divertido y sanador. ¡Pruébalo!

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