El otro día, estaba detenida en el tráfico, orando sobre la crisis del COVID-19, y empecé a pensar en una época hace siglos.
Se avecinaba una inundación que destruiría toda la vida conocida en la tierra. Noé, un hombre que amaba a Dios, tenía la percepción espiritual como para comprender qué ocurriría. Dios le dijo que construyera un arca para salvar a su familia, así como a una pareja de cada una de las criaturas que hubiera a su disposición.
Guiado por Dios, construyó un barco muy grande para él, su familia y los animales; a fin de que cuando llegara el diluvio, pudieran entrar en él y estar a salvo (véase Génesis, capítulos 6–8). Pensando en esto, me pregunté: “¿Hay algún lugar hoy en día donde la gente esté segura?”. Y este pensamiento me vino de inmediato, “¡En el arca, por supuesto!”
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