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Original Web

Sana del mal de altura

Del número de enero de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 6 de septiembre de 2021 como original para la Web.


Estoy inmensamente agradecida por una experiencia de curación que tuve mientras viajaba con un grupo que visitaría una escuela en el extremo noreste de la India, cerca de la frontera tibetana.

Como hago cada vez que me preparo para salir en un viaje como este, oré por la seguridad y la protección de todos en el trayecto. Sin embargo, en una reunión antes de irnos, escuché a los miembros del grupo hablar acerca de las grandes altitudes por las que viajaríamos. Aunque había hecho muchos viajes a gran altitud antes, estas alturas eran mayores que las que había experimentado anteriormente, y comencé a preocuparme.  

Decidí pedirle a un miembro de mi iglesia filial de la Ciencia Cristiana que orara por mí mientras me disponía a iniciar mi viaje. Inmediatamente sus oraciones ayudaron a eliminar los temores que se habían estado amontonando en mi pensamiento. Compartió conmigo algunas de las palabras de Mary Baker Eddy en su libro La Ciencia Cristiana en contraste con el panteísmo: “La gran altura del cristianismo abre, muy por encima de las llamadas leyes de la materia, una puerta que nadie puede cerrar; muestra a todos los pueblos la forma de escapar del pecado, la enfermedad y la muerte; quita del corazón de la humanidad la carga de experiencias dolorosas, e ilumina el camino de tal manera que aquel que entra en él pueda correr y no cansarse, y caminar, no esperar al borde del camino —sí, para seguir adelante suavemente sin las angustias de la reforma mediante las cuales el buscador del camino alcanza la senda y la señala” (pág. 12).

Esta declaración fue una oración perfecta para este viaje. Sólo podía experimentar la “altura del cristianismo” elevándome por encima de las leyes de la materia, eliminando las cargas del miedo o la preocupación, e iluminando el camino frente a mí. ¡De inmediato me sentí muy feliz de salir de viaje!

Una vez que llegamos a Delhi, teníamos que tomar un vuelo nacional para ir al norte, y luego pasaríamos dos días viajando por carretera. Después del primer día de viaje largo por carretera, llegamos a una pequeña casa de huéspedes para pasar la noche, y comencé a sentirme muy mal con síntomas graves de gripe y mal de altura. Estaba agradecida de tener algo de recepción WIFI para poder enviar un mensaje a mi colega de la iglesia. Le comenté cuán preocupada estaba sobre el largo día de viaje por carretera que se avecinaba, y sobre lo que otros miembros del grupo podrían decir sobre mi condición.

Estaba muy agradecida de poder recibir una respuesta con numerosos pensamientos sanadores en un lugar tan remoto. Sin embargo, por la mañana me sentía aún peor, y soporté un largo día de viaje en automóvil por desfiladeros altos y ventosos.

Cuando llegamos a nuestro alojamiento esa noche, no teníamos WIFI, pero pude revisar los correos electrónicos anteriores que mi amigo me había enviado. Una de las ideas que más me llegó fue sobre las ilusiones. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Un criminal, con quien experimentaron ciertos estudiantes ingleses, imaginó que se estaba desangrando, y murió debido a esa creencia, cuando era sólo un hilo de agua tibia lo que corría por su brazo” (pág. 379).

Mi amigo me animó a mirar sin temor esta ilusión de enfermedad y llamarla por lo que era: una sugestión de que podía ser castigada por sentir la alegría de viajar, y que estaba sujeta a creencias físicas asociadas con volar, las alturas, la comida o el contagio.  

A partir de ese momento, mi oración para este viaje fue elevar mi pensamiento por encima del pensamiento material hacia lo que sabía de Dios, el Espíritu y de mí misma como linaje de Dios. Me di cuenta de que cada viaje en automóvil por caminos llenos de baches y ventosos que hacía, cada vuelo que tomaba, podía ser otro paso de progreso que me estaba sacando de la creencia en la existencia mortal y el temor a las leyes físicas, hacia una mejor comprensión del Espíritu. Se convirtió en mi deber diario denunciar todas las creencias materiales asociadas con los viajes.

A la mañana siguiente, estaba sana. Me desperté sintiéndome renovada y descansada, y aunque sabía que había por delante más viajes de gran altitud, tenía la certeza absoluta de que lo único que estaría haciendo ese día sería elevarme por encima de las llamadas leyes de la materia. Sentí el amor y el apoyo de la oración de mi amigo de manera muy tangible.

Ese día nos detuvimos en el punto más alto de nuestros viajes, en un paso de alta montaña donde un lago glaciar estaba congelado. Todo el grupo se paró en medio del lago rodeado de picos nevados, y dos miembros del grupo comenzaron a cantar. Aunque se había expresado mucho miedo sobre este paso particularmente alto, fue un momento hermoso, y no había nada más que alegría allí en la cima de esa montaña. No se hizo mención alguna de la altitud, y volvimos al auto y continuamos nuestro camino.

La semana en la escuela fue una alegría completa. Conocimos gente maravillosa, visitamos lugares hermosos y completamos nuestro trabajo feliz y armoniosamente. Varias personas en el grupo me dijeron que nunca habían visto a alguien tan enfermo recuperarse tan rápido. Varios comentaron que los diversos planes para la travesía encajaron perfectamente, y un compañero de viaje me dijo que nunca había tenido un viaje en el que todo se desarrollara tan perfectamente.  

Este se destaca como uno de los viajes más felices y satisfactorios que he tenido. Fue el catalizador para que superara la creencia de que la enfermedad está asociada con los viajes y experimentara la libertad y la alegría que Dios da y son permanentes.

Carolyn Hamer-Smith
Paro, Bután

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