A principios de 2016, tuve una reacción grave después de usar una tintura para el cabello que había usado muchas veces antes. Se me inflamó el cuero cabelludo, y pronto me aparecieron erupciones en la cara y el cuello. La condición me afectaba todo el día y por la noche cuando intentaba dormir.
Había crecido asistiendo a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, pero en ese momento no practicaba la Ciencia Cristiana. Busqué ayuda de un médico muy amable, que trató de aliviar el dolor con varios medicamentos y métodos, pero no logró resolver el problema. Finalmente, las erupciones se extendieron por todo el cuerpo de la cabeza a los pies, y padecía de una severa incomodidad, lo que me impedía hacer hasta las tareas más sencillas en la casa.
Después de seis meses sin ninguna mejoría, me diagnosticaron una enfermedad autoinmunológica. El médico dijo que necesitaría usar medicamentos —lo que entrañaba varios riesgos— por el resto de mi vida.
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