Hace muchos años, comencé a experimentar síntomas en mis piernas y pies que me hacían difícil caminar. En mi estudio de la Ciencia Cristiana, había aprendido que Dios es la verdadera fuente de nuestras capacidades, así que me apoyé en Él para que me permitiera continuar con mis deberes como maestra de escuela y madre de niños pequeños.
Estas palabras del profeta Isaías me dieron fortaleza: “Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu diestra, que te dice: ‘No temas, yo te ayudaré’” (Isaías 41:13, LBLA).
Sabía que la curación es realmente un “trabajo interno” que requiere ser receptivo a la inspiración y la disposición de elevar el pensamiento hacia la consciencia divina. Con la ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana, oré diariamente para vencer el temor comprendiendo que Dios es Todo y “no hay otro fuera de él” (Deuteronomio 4:35).
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!