Recientemente me sentí inspirada a examinar mi pensamiento con respecto a la humildad. Un par de definiciones de humildad del Diccionario Merriam-Webster son “no orgulloso o soberbio: no arrogante o autoritario” y “reflexionar, expresarse u ofrecerse en un espíritu de deferencia o sumisión”.
Hacía años, había tenido mi propia empresa, y tuve que ser autoritaria de una manera positiva para convertirme en la mujer de negocios que era. No clasifiqué eso como una mala característica. Pero era yo ¿orgullosa? ¿Soberbia? ¿Arrogante? Ciertamente tenía respuestas a las preguntas sobre el gobierno de la iglesia, y no tenía miedo de expresarlas. ¿Habían sido esas respuestas opiniones estridentes en lugar de humildes sugerencias? Comencé a evaluar mis motivos.
Había sido elegida Primera Lectora en mi iglesia. ¿Estaba orgullosa o humilde de haber sido elegida? ¿Estaba leyendo a la congregación manifestando mi opinión sobre la Lección-Sermón o expresando claramente el divino mensaje de Dios a Sus hijos? Sabía que solo soy un instrumento. Yo no soy el Pastor. Mary Baker Eddy, la Fundadora de nuestra Iglesia, designó la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, su Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, como nuestro Pastor.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!