Recientemente, leí un artículo de Associated Press titulado “De COVID a Ida: los marginados de Louisiana ‘no ven una salida’” (Aaron Morrison, apnews.com, September 11, 2021). Un diccionario define marginado como “relegado a una posición sin importancia o sin autoridad dentro de una sociedad o grupo” (merriam-webster.com). El artículo detallaba la historia de una familia negra —una abuela, junto con su hijo y su nieto— en lo que parecía ser una desesperada crisis de vivienda.
Me pregunté: ¿Qué dice la Ciencia Cristiana sobre esto? Unas palabras de los Salmos me vinieron al pensamiento: “Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. … Aparezca en tus siervos tu obra” (90:1, 16).
En esta época y durante siglos, los negros han sido una población marginada en los Estados Unidos y en muchos otros países. Como pueblo, a menudo hemos sufrido de falta de bienestar económico, político, cultural y social, sin las soluciones concretas que muchos otros disfrutan.
Esta es también la situación para innumerables personas alrededor del mundo —independientemente de su raza, grupo étnico o país de origen— que durante generaciones han descubierto que su entorno difiere radicalmente del concepto celestial de hogar del salmista, donde se ve la armonía como la única y eterna realidad. La Ciencia Cristiana enseña que cualquiera sea la crisis humana, hay un solo Dios y un hogar omnipresente, el cual abarca e incluye a todos. Los hijos amados de Dios moran para siempre en la armonía consciente de Su presencia.
El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. por Mary Baker Eddy, afirma que “El principio y su idea es uno, y este uno es Dios, el Ser omnipotente, omnisciente y omnipresente, y Su reflejo es el hombre y el universo” (págs. 465-466). Entonces no necesitamos estar hipnotizados o temerosos, o dudar de la capacidad de Dios para satisfacer la necesidad humana. El hecho científico es que ninguna condición, tal como una pandemia, el clima, la política, la guerra o los estereotipos humanos, puede separar el Principio de su idea, el hombre: la verdadera identidad espiritual de cada uno de nosotros. Dios es la única Mente gobernante.
Cristo Jesús demostró constantemente que Dios gobierna al hombre y al universo. La Biblia implica que Jesús no poseía bienes ni tenía casa propia; no obstante, nunca le faltó nada. Por supuesto, él comprendía la provisión amorosa y abundante de Dios. Su suprema comprensión de la presencia y el poder de Dios, del Amor divino, lo separaban del materialismo de su época. Jesús dijo: “El reino de Dios dentro de vosotros está” (Lucas 17:21, KJV).
Después de su descubrimiento de la Ciencia Cristiana, cuando Eddy comenzaba su larga y útil carrera como sanadora, maestra, oradora y autora, a menudo vivía en habitaciones alquiladas o se alojaba con familias en diferentes tipos de hogares. Cuando aumentó su comprensión de Dios y su relación con Él, pudo comprar una casa propia, así como ayudar a los demás.
A medida que nuestra comprensión de Dios crece y estamos más conscientes del cuidado continuo del Amor, nuestras vidas y las de los demás mejoran.
Después de haber estudiado la Ciencia Cristiana durante unos dos años, recuerdo haber estado frente al escritorio de una practicista de la Ciencia Cristiana, contándole sobre mis problemas de vivienda. Mi casera viuda me había informado que tendríamos que mudarnos temporalmente porque se le exigía que hiciera mejoras en nuestra modesta casa amueblada, y que el trabajo tendría que comenzar pronto. Mi hija estaba en primer grado, y vivíamos en la calle de su escuela. Al tener tan solo los pequeños ingresos de mi trabajo como secretaria para pagar las facturas, vivíamos de cheque en cheque. Mi ex esposo, un músico, vivía en otro estado y le era imposible enviar los cheques regulares de pensión alimenticia. Yo no tenía dinero extra ni ahorros y no podía pagar la mudanza.
La practicista aceptó orar conmigo y me dijo palabras reconfortantes sobre el amor de Dios por nosotras, con la certeza de que Él se estaba haciendo cargo de todas nuestras necesidades. Ella sugirió que orara con palabras de un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana:
Cielo y hogar hallarás
en ti mismo,
eres el hijo de luz eternal.
Dio te vigila, te ama
y protege.
Confiado sigue
el sendero ideal.
(P.M., N° 278, adapt. © CSBD)
Los lugares que buscaba para una vivienda temporal estaban fuera de mi rango de precios o en condiciones deplorables. Pronto me di cuenta de que, si quería encontrar un lugar para mi hija y para mí, Dios, nuestro Padre-Madre, tendría que proporcionarlo. La Ciencia Cristiana enseña que el hogar es un estado de consciencia donde el bien es reconocido como la única realidad. Sólo hay un Dios, quien ama, abraza e incluye a todos Sus hijos. Por lo tanto, cada uno de nosotros, sin importar las circunstancias, mora para siempre en esta presencia divina.
Cada vez que tenía miedo, agradecía a Dios que ya estábamos completas e incluíamos todas las ideas correctas del hogar —como armonía, conveniencia, orden, libertad, alegría, belleza, etc.— hasta que me sentía segura de que, en la economía divina, el bien siempre está a nuestro alcance. Es “ley deífica de que la oferta invariablemente satisface la demanda” (Mary Baker Eddy, Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 45), por lo que no puede haber desequilibrio. La oferta y la demanda tienen su fuente en Dios.
Cuando comprendí que estos hechos espirituales eran ciertos para mi familia, en menos de dos días mi casera me notificó que habían encontrado un lugar temporal para nosotros por la mitad del alquiler que le había estado pagando. También dijo que, además de no tener que pagar los gastos de reubicación, podríamos usar los muebles de nuestra casa en nuestro espacio temporario. Durante el tiempo en que nos reubicaron, ella continuó cuidando de mi hija después de la escuela hasta que yo llegaba a casa del trabajo. Y cuando volvimos a nuestro hogar original, las reparaciones que se habían realizado hicieron que las condiciones de vida fueran mejores y más seguras. La oración había cambiado lo que parecía una situación desesperada en una bendición para todos los interesados.
Cuando abandonamos nuestros falsos conceptos de lo que es el verdadero hogar, encontramos que el reino de Dios realmente está dentro de nosotros y cerca, como Cristo Jesús prometió. Y hallamos a cada paso del camino que el hogar humano que buscamos representa el hogar y el cielo que siempre han estado allí en la consciencia. La ley del Amor divino destruye la creencia en cualquier presencia o poder aparte de Dios.
La seguridad, la protección y la dignidad nos pertenecen a todos, porque todos pertenecemos a Dios. La Ciencia Cristiana muestra que la paternidad y la maternidad de Dios unen a los hijos e hijas del Amor en una armoniosa hermandad, y esta es mi sincera oración hoy por aquellos que parecen estar marginados. En uno de sus escritos, Eddy plantea esta pregunta: “¿Puede el amor ser menos que ilimitado?” (Pulpit and Press, p. 3). La respuesta debe ser “No”, como atestiguan estas palabras de otro himno: “Avanzas, amado y en paz: / La victoria está siempre asegurada” (Friedrich Preller, Christian Science Hymnal: Hymns 430-603, N° 476, © CSBD).
Y la victoria está siempre asegurada porque el Amor infinito no puede ser marginado.
