La temporada de baloncesto estaba en marcha, y las cosas se estaban poniendo bastante intensas. Al principio de la segunda mitad de un juego, otro jugador me derribó y noté algo de dolor en la muñeca derecha. No parecía tan malo, y pensé que podía ponerle un poco de hielo y jugar en el próximo juego. Pero cuando el entrenador vio lo hinchada que estaba mi muñeca, me pidió que la hiciera revisar antes de volver a jugar.
Unas horas más tarde, me encontraba en una clínica médica, donde un doctor me explicó que me había fracturado la muñeca. Dijo que para que se sanara tenía que usar un yeso durante unas seis semanas, lo que significaba que me perdería el resto de la temporada de baloncesto y tendría que dar mis exámenes finales con la mano izquierda.
Me sorprendió, y después de escuchar su evaluación, tuve muchos pensamientos negativos, como que mi temporada de baloncesto había terminado y que no me iría bien en mis finales porque no podía escribir. También tenía que decidir qué tipo de cuidado iba a aceptar para mi muñeca. Si bien el médico me había recomendado un yeso duro, también estaba dispuesto a dejarme usar solo un cabestrillo temporal.
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