“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27). Estos son los dos grandes mandamientos que llegué a conocer cuando me uní a este hermoso camino de la Ciencia Cristiana.
Sin embargo, mientras que “Amarás… a tu prójimo como a ti mismo” era fácil de decir, inicialmente parecía demasiado difícil de seguir. Antes, cada vez que alguien no concordaba conmigo o me decía palabras duras, no podía perdonar a esa persona u olvidar el incidente. Pero después de encontrar la Ciencia Cristiana, aprendí a perdonar, y comprendí que cuando perdonamos a nuestro prójimo y comenzamos a amarlo, solo entonces somos la semejanza de Dios.
He tenido curaciones físicas muchas veces al esforzarme por ser la semejanza de Dios, al perdonar y seguir las verdades que enseña la Ciencia Cristiana.
Con un corazón agradecido y humilde, voy a compartir una curación que tuvo lugar en 2018. En algún momento de ese año, mis dos oídos se inflamaron y taparon, y había una sensación de pesadez en ellos. Oré y reflexioné sobre la definición espiritual de oídos en el libro de texto de la Ciencia Cristiana: “No los órganos de los así llamados sentidos corporales, sino la comprensión espiritual” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 585). Comprendí de esta verdad que los oídos representan una facultad indestructible de los sentidos espirituales que nos permite escuchar a Dios.
Me pregunté si estaba escuchando espiritualmente. Cuando examiné mi pensamiento, vi que no lo estaba. Cada vez que hablaba con algún colega en el trabajo, él o ella criticaba a uno de los funcionarios superiores de nuestro departamento por comenzar tantos proyectos a la vez. También me complacía a sabiendas o sin saberlo con esta crítica. Inmediatamente decidí no escuchar ni complacerme con la crítica de ninguna persona, y escuchar en cambio lo que es bueno y proviene de Dios, en otras palabras, lo que Él me está diciendo acerca de Su creación. También oré para saber que Dios es nuestro empleador, y que el gobierno de cada institución o cuerpo pertenece solo a Dios. Dios es la Mente divina infinita e infalible, y el gobierno de la Mente es siempre armonioso. Por lo tanto, la armonía es real y la discordia es irreal.
La noche siguiente, después de haber dado este paso de corregirme a mí mismo, la inflamación sanó por completo. Estoy agradecido a Dios por esta hermosa curación. También estoy agradecido a la Sra. Eddy por su libro Ciencia y Salud, que, junto con la Biblia, es la guía perfecta en cada paso de nuestra vida.
Himanshu Dhand
Mohali, India