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Original Web

MOMENTOS CRUCIALES EN EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL

Me liberé de la dislexia cuando fui Lectora de la iglesia

Del número de abril de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 9 de enero de 2023 como original para la Web.


Hubo un momento en mi vida en que las mareas de luz y Verdad me venían tan suave y fuertemente a través de la Ciencia Cristiana que confirmaron que estaba en el camino correcto.

Crecí en un hogar de la Ciencia Cristiana y había recibido muchas de las enseñanzas fundamentales que provienen del pastor de la Ciencia Cristiana: la Biblia junto con Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Y para cuando me fui a la universidad había tenido muchas curaciones mediante la oración. No obstante, sentía que practicar la Ciencia Cristiana era más mecánico que sincero y más un deber familiar que un privilegio. Cuando estaba en la universidad, cuestioné si la Ciencia Cristiana era para mí, y dejé de practicarla por muchos años. Sabía que siempre estaba ahí, pero comencé a explorar otros sistemas de pensamiento, tratando de encontrar algo que me diera un sentido significativo de la existencia.   

Por fuera, mi vida parecía ideal, con carrera, familia y éxito. Pero a medida que pasaba el tiempo, mi vida no podría haber sido más opuesta a la ideal, y me sentía agotada por dentro. Sin embargo, Ciencia y Salud dice: “Los desafíos son pruebas del cuidado de Dios” (pág. 66). Ciertamente tenía mi cuota de desafíos. 

Mantenía un ejemplar de Ciencia y Salud conmigo, y sabía intuitivamente que era donde encontraría respuestas a los desafíos que enfrentaba. Pero no esperaba necesariamente practicar la Ciencia Cristiana una vez más. Solo buscaba alivio. Cuando las cosas estaban en su peor momento, sabía que abrir Ciencia y Salud me ayudaría a encontrar ideas que podrían cambiar las cosas, y que Dios me estaba guiando, con paciencia y amabilidad. Me sentía como Dorothy en la película El mago de Oz. Ella tenía todo el tiempo lo que necesitaba para regresar a casa, pero necesitaba descubrirlo por sí misma. Efectivamente, esto se convirtió en mi momento decisivo.

Me mudé a otro estado y comencé a trabajar en nuestra biblioteca local. La ironía de esto es que me habían diagnosticado dislexia cuando era niña. No era que no fuera inteligente —había sido dueña de un negocio y tenía puestos de responsabilidad— pero aprendí a leer y escribir poco a poco, y los números me salían al revés.

Un día en la biblioteca, encontré un libro titulado The Christian Science Way of Life, por Dewitt John. Me vino este pensamiento: “Las otras ideas que has investigado no han funcionado tan bien. Échale un vistazo a esto; es bueno”. Al hojear el libro, me sentí reconectada con la Ciencia Cristiana. Mi corazón dio un brinco, y comencé a leerlo de inmediato.

En esta época, también comencé a escuchar la transmisión de audio en línea de los servicios religiosos de La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston. Sentí la atracción natural de averiguar más. Encontré una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, en una ciudad a una hora de distancia y comencé a asistir. El siguiente año, solicité para tomar instrucción de clase de la Ciencia Cristiana, un curso profundo sobre la curación a través de la oración. Nunca miré atrás. 

Sin embargo, todavía no tenía ningún deseo de afiliarme a la iglesia filial, debido a mi experiencia previa con la iglesia. En el pasado, había sentido que en la iglesia había camarillas y hostilidad: los miembros no solo no parecían aceptar a los visitantes, sino que tampoco parecían muy amorosos entre sí. Y a menudo me desanimaba el pequeño número de asistentes a los servicios. Además, el largo viaje a menudo hacía que fuera más cómodo escuchar en línea. Dedicaba un tiempo mínimo a las actividades de la iglesia.

No obstante, cuanto más estudiaba la Ciencia Cristiana, más cambiaba todo esto. Tenía el nuevo deseo de armonizar con la iglesia. Conducir esa distancia ya no fue un problema, y sentí que podía ser una participante activa en los servicios, no simplemente un cuerpo sentado en un banco. Todo esto sucedió gradual y naturalmente. Entonces, un domingo, mientras estaba sentada y orando antes del servicio religioso, me vino un pensamiento muy claro: “Te necesitan”. 

El deber y el privilegio de servir en la iglesia pronto adquirieron un nuevo significado que era muy diferente de las percepciones de mi infancia sobre las actividades de la iglesia. Obedeciendo este pensamiento, pronto llené una solicitud y me convertí en un miembro firme. Al asistir a mi primera reunión de miembros para la elección de funcionarios, confiaba en que no sería elegida para ningún cargo, ya que era muy nueva. De modo que, me sorprendí mucho cuando anunciaron que me habían elegido Segunda Lectora. 

Debo haber parecido como un ciervo sorprendido por los faros de un auto. Acepté el puesto. Pero pronto siguieron muchos pensamientos: “Ahora, ¿qué voy a hacer?” “¿Cómo diablos voy a leer en voz alta cuando las palabras salen en diferente orden?” “¿Por qué dije que sí?”. 

De inmediato vino este claro mensaje de Dios: “Yo puedo hacer esto”. No recuerdo los pensamientos específicos con los que oré durante las semanas previas al comienzo de mi período como Segunda Lectora. Pero sí sé que mi pensamiento se estaba volviendo más espiritual mediante el estudio de las Lecciones Bíblicas semanales del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y la lectura de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. No sé cuándo, pero la dislexia, que había acarreado desde mi infancia, simplemente desapareció. Comencé a leer sin ningún indicio del problema. 

Hoy en día, disfruto plenamente trabajar con números y hojas de cálculo, leer y escribir, sin ningún efecto de la dislexia. Estoy completamente libre de la idea de que cualquier cosa podría encasillarme como algo que no soy o sugerir que tengo capacidades limitadas. Esta libertad me ha llevado a tener hermosas oportunidades de carrera, así como a un mayor conocimiento a través de la lectura.

Lo que me encanta del estudio y la práctica de la Ciencia Cristiana es que las bendiciones continúan creciendo más profundas y ricas en el corazón, y somos regenerados espiritualmente. Siempre recibo una sanadora inspiración de la Biblia y Ciencia y Salud, cuyas verdades satisfacen todas las necesidades humanas. El mensaje sanador del Amor divino está aquí —como una promesa y una forma de vida— y solo se necesita receptividad para escucharlo y responder. Tengo la más profunda gratitud por el descubrimiento de la Sra. Eddy. 

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