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La liberación está a tu alcance

Del número de abril de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 15 de diciembre de 2022 como original para la Web.


¿Alguna vez te has sentido atrapado? ¿Como si no hubiera forma de salir de un problema, un defecto de carácter o una enfermedad? Desde una perspectiva material, nuestra situación puede parecer sombría. Pero como Cristo Jesús vino a mostrarnos, ninguna circunstancia está más allá de la ayuda y la esperanza.

La liberación está a nuestro alcance en este momento al obtener una percepción espiritual de la vida como el desenvolvimiento de las leyes de Dios. Hacemos esto aprendiendo y poniendo en práctica las verdades de la Ciencia Cristiana, que se basan en las enseñanzas de Jesús. 

Debido a que Jesús estaba convencido de la supremacía de Dios, el Espíritu, sobre la materia, nunca aceptó que alguien pudiera estar más allá del poder sanador y salvador del Espíritu divino. Él comprendía que Dios, el bien infinito, hizo todo, de manera que toda la creación de Dios debe ser buena eternamente. 

Desde el nacimiento virginal hasta la resurrección de Jesús, las llamadas leyes de la materia que parecen gobernar la existencia fueron desafiadas y superadas con éxito. Jesús reconocía un solo poder —Dios, la Mente divina— y proporcionó abrumadora evidencia de que, puesto que esta Mente está siempre presente y no contiene ningún elemento de maldad, el mal no tiene lugar o poder real. Jesús percibió que el verdadero ser de cada uno es enteramente espiritual, y sus obras de curación demostraron la perfección y plenitud de cada uno como hijo de Dios. 

La humanidad está admitiendo cada vez más que lo que pensamos determina nuestra experiencia, incluso con nuestros cuerpos. Quizá algunos consideren esto como “mente sobre materia”, pero la Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, lo explica de esta manera en su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Mi descubrimiento, de que la mal llamada mente, mortal y que yerra, produce todo el organismo y la acción del cuerpo mortal, puso mis pensamientos a trabajar por nuevos conductos y me guió a mi demostración de la proposición de que la Mente es Todo y la materia es nada, como factor principal en la ciencia-Mente”.

Ella continúa: “La Ciencia Cristiana revela de modo incontrovertible que la Mente es Todo-en-todo, que las únicas realidades son la Mente y la idea divina. Este gran hecho, sin embargo, no se ve apoyado por la evidencia sensible, hasta que su Principio divino es demostrado en la curación de los enfermos y queda así comprobado que es absoluto y divino. Una vez vista esta prueba, no es posible llegar a ninguna otra conclusión” (págs. 108-109). 

La biografía Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition, por Yvonne Caché von Fettweis y Robert Townsend Warneck, contiene más de trescientos relatos verificados de curación por la Sra. Eddy que abarcan varias décadas, lo que demuestra que la curación espiritual no es simplemente un milagro ocasional, sino una demostración científica constante del poder de la Verdad y el Amor divinos sobre la enfermedad, el pecado y la muerte. Esta curación mediante el Cristo, practicada por el Maestro hace siglos y por los estudiantes de la Ciencia Cristiana durante los últimos ciento cincuenta años, da evidencia de un remedio divino para cada mal.

Ya sea que seamos nuevos en la Ciencia Cristiana o estudiantes desde hace mucho tiempo, nosotros también podemos liberarnos de todo tipo de problemas. ¿Cómo? A través de la espiritualización del pensamiento, la palabra y la acción; reemplazando mentalmente la evidencia desalentadora de los sentidos físicos con la comprensión de la realidad espiritual de la armonía, la paz, la justicia y la pureza de Dios.

Jesús repetidamente les dijo a sus seguidores: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Arrepentirse en este contexto, de acuerdo con la Strong’s Exhaustive Concordance of the Bible, significa pensar de manera diferente, reconsiderar. En lugar de ser totalmente absorbidos por un sentido material de la existencia, Jesús nos insta a verlo como un error de creencia y, a través de nuestro sentido espiritual innato, a percibir la presencia de la armonía celestial allí mismo donde nos encontramos. 

La Verdad nos capacita para apartarnos de la falsa visión material de la discordia que tiene el mundo, hacia la visión divina del cielo, la armonía, ya presente. Nos inspira a rechazar los síntomas de la enfermedad, negar la creencia de que la enfermedad tiene un curso que seguir y afirmar la realidad de la salud. Negar la existencia misma del mal, incluida la enfermedad, la priva de una audiencia. Y cuando nuestro pensamiento cambia de estar obsesionados por las cosas y circunstancias materiales a glorificar y alabar a Dios, nuestra experiencia cambia en consecuencia. A veces la curación y el alivio vienen rápidamente; otras, como Jesús señaló, pueden ser necesarios la “oración y ayuno” espirituales (Mateo 17:21).

El invierno pasado tuve un dolor de garganta que hacía que fuera difícil y doloroso tragar. Trabajo desde casa y necesito mantenerme concentrada, pero la incomodidad llamaba mi atención continuamente. Los síntomas comenzaron un jueves, y para el viernes a media mañana me sentía atrapada y exasperada. Entonces me di cuenta de que la clave de mi liberación era dejar de hacer realidad la condición al reaccionar a ella y sentirme irritada. 

En cambio, me detuve por un momento para regocijarme en la presencia y el poder de Dios y en mi capacidad de reflejarlo en perfecta salud en este mismo momento. Me vino este pasaje de Ciencia y Salud: “Cuando se supone que el cuerpo dice: ‘Estoy enfermo’, jamás te confieses culpable. Puesto que la materia no puede hablar, tiene que ser la mente mortal la que habla; por consiguiente, enfrenta la intimación con una protesta. Si dices: ‘Estoy enfermo’, te confiesas culpable” (pág. 391).

Declaré en voz alta: “No soy culpable y no estoy enferma”. Esto afirmó mi comprensión espiritual de que esto no era una condición física sino una tentación de “la mente mortal” de creer en un poder opuesto a Dios que podía hacerme pensar que estaba enferma. Afirmé que mi única y sola identidad es espiritual y siempre perfectamente sana, morando en la armonía celestial.

El dolor disminuyó considerablemente de inmediato. Pude concentrarme en mi trabajo, y a la hora del almuerzo descubrí que podía tragar normalmente. Para el sábado por la mañana estaba completamente libre de los síntomas. El lunes por la mañana realicé una presentación de Zoom de una hora de duración para más de una docena de colegas sin ningún problema con mi voz.

La curación en la Ciencia Cristiana es una alegría. Aprendemos más con cada oportunidad de crecer espiritualmente. Podemos pensar de manera diferente, dejar de ser engañados por la discordia y ser testigos de la presencia, el poder y la bondad de Dios.

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