Un amigo me preguntó recientemente: “¿Cuál es el punto de vista de la Ciencia Cristiana sobre la resurrección?”. Estoy profundamente agradecida por su pregunta porque me incentivó a explorar lo que los escritos de Mary Baker Eddy tienen que decir sobre la resurrección, así como a leer varios artículos en el archivo de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana sobre el tema.
La Ciencia Cristiana enseña el significado de la resurrección de Cristo Jesús de la tumba: su resurgimiento y superación de la muerte (véase, por ejemplo, el quinto artículo de fe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por la Sra. Eddy, en la página 497). Estas enseñanzas también arrojan luz sobre lo que trajo aparejado la resurrección de Jesús, y lo que puede traer aparejado un tipo de resurrección a nuestras vidas. En el Glosario de Ciencia y Salud, que da el significado espiritual de las palabras bíblicas, la resurrección es definida de esta manera: “Espiritualización del pensamiento; una idea nueva y más elevada de la inmortalidad, o existencia espiritual; la creencia material cediendo ante la comprensión espiritual” (pág. 593). Si bien esto caracteriza lo que Jesús demostró en su inigualable resurrección, también describe lo que es posible que experimentemos nosotros a cada momento de nuestra vida.
¿Qué es esta espiritualización del pensamiento? Es la purificación del pensamiento humano, lo que nos lleva a abandonar los puntos de vista y conceptos limitados de la mentalidad material que Ciencia y Salud llama “mente mortal”, y aceptar las ideas inmortales reveladas por la Mente divina, Dios. En otras palabras, los tiempos de resurrección ocurren cuando el pensamiento humano es iluminado, lo que mejora enormemente la experiencia de uno.
Durante el ministerio de Jesús, fue su discernimiento espiritual puro lo que le permitió salvar a otros del pecado, la enfermedad y la muerte. Y esto finalmente llevó al acto más profundo: su propia resurrección de la tumba. Ciencia y Salud declara: “La resurrección del gran demostrador del poder de Dios fue la prueba de su triunfo final sobre el cuerpo y la materia, y proporcionó plena evidencia de la Ciencia divina, evidencia tan importante para los mortales” (pág. 42).
Esto estableció el máximo ejemplo para triunfar sobre la materia y la vida basada en la materia. Hoy en día, el Cristo eterno, la Verdad, “la divina manifestación de Dios” (Ciencia y Salud, pág. 583) que Jesús expresó tan plenamente, alienta y anima, resucita y espiritualiza nuestro pensamiento. Esta Verdad nos permite elevarnos por encima de las creencias temerosas y limitantes para comprender y experimentar más de nuestra inmortalidad eterna, la que incluye protección contra el pecado, la enfermedad y la muerte.
La resurrección en nuestra vida no es un suceso aislado, sino el constante despertar de las creencias mortales que se produce numerosas veces antes de poder liberarnos totalmente de todas las creencias de la mortalidad.
Durante mucho tiempo, creí lo que tan comúnmente se nos educa a creer: que todos somos mortales; pero luego encontré la Ciencia Cristiana, la cual me dio una perspectiva diferente. Enseña que el hombre, que es la identidad espiritual de cada uno de nosotros, es realmente siempre inmortal. La resurrección en nuestra vida no es un suceso aislado, sino el constante despertar de las creencias mortales que se produce numerosas veces antes de poder liberarnos totalmente de todas las creencias de la mortalidad. Esta resurrección o espiritualización del pensamiento a menudo se manifiesta como curación.
Una de mis primeras experiencias de resurrección, que no comprendí totalmente en ese momento, ocurrió cuando tenía 18 años, antes de haber encontrado la Ciencia Cristiana. Aunque mis padres dejaron de llevarme a una escuela dominical cristiana durante los primeros tiempos de la escuela primaria, mi hermana y yo a veces íbamos a una iglesia sin denominación en una universidad cercana cuando estábamos en el bachillerato. El verano en que me gradué, realmente quería tener una relación con Dios; es decir, si Él era verdaderamente real. Hice muchas tonterías para tratar de comprobar que Dios era real. Además, a veces intentaba hablar con Él. Me parecía como si estuviera hablando con un Dios real, pero no estaba completamente segura.
Ese verano estaba muy deprimida, y a menudo tomaba de la provisión de bebidas alcohólicas de mis padres. En aquel entonces trabajaba de camarera en un restaurante, y un día al final del trabajo, decidí que ya no quería vivir. Sentía que la vida era demasiado dura. Mi plan era adentrarme con el auto en un lago.
No obstante, al hacerlo, de alguna manera volqué el convertible de mi madre en un banco de rocas. El policía que me encontró y me llevó a casa de mis padres les dijo que estuvieran agradecidos porque había ocurrido un milagro. Manifestó que la capota convertible que estaba al revés debería haber cedido, pero no lo hizo. Se consideró que el auto estaba totalmente destruido, ¡pero yo no tenía ni un rasguño! Estoy agradecida por decir que, después de esa experiencia, nunca volví a intentar terminar con mi vida.
El hecho de que de ninguna manera había sido lastimada me hizo sentir que Dios había cuidado de mí y, por lo tanto, debía ser real, pero todavía no comprendía mucho acerca de Él. No fue sino hasta una década y media más tarde, cuando comencé a estudiar y practicar seriamente la Ciencia Cristiana, que comencé a darme cuenta de por qué no me había hecho daño. Fue porque la vida realmente no es mortal, sino inmortal, como lo demostró Jesús. En otras palabras, Dios es mi verdadera Vida.
Al recordar ahora esta experiencia, siento que fue una resurrección porque, progresivamente, ha contribuido a que obtenga una comprensión más clara de lo que es la Vida verdadera: nuestra verdadera existencia espiritual.
Ciencia y Salud ofrece muchas declaraciones claras sobre la Vida verdadera. El capítulo “Recapitulación”, que resume las enseñanzas fundamentales de la Ciencia Cristiana, incluye: “Esta Ciencia enseña al hombre que Dios es la única Vida, y que esta Vida es la Verdad y el Amor; que Dios ha de ser comprendido, adorado y demostrado...” (págs. 471-472). También hay muchas otras referencias a que Dios es la única Vida, y aumentar mi comprensión de este hecho a través de los años me ha traído muchas curaciones maravillosas y ha transformado la forma en que percibo las cosas.
Otra curación, que considero como una resurrección, ocurrió cuando mis dos hijas (que estaban en la escuela primaria) y yo estábamos explorando un terreno cerca de un parque donde una casa vieja y desocupada se estaba literalmente cayendo a pedazos. Escuché a una de mis hijas llamándome a los gritos. Cuando me acerqué a ella, me mostró una tabla pegada a su zapato. De inmediato, entre tanto la consolaba y tranquilizaba, tiré suavemente de la tabla para quitarla y la ayudé a levantarse. La madera tenía un clavo. Mientras sostenía a mi hija en mis brazos, de inmediato recurrí a Dios en oración.
¡Al instante y muy claramente recordé que Dios era el verdadero Padre y Madre de esta niña! Entonces pensé que Dios siempre estaba con ella y no permitiría que nada le hiciera daño. Los temores alarmantes de una posible infección fueron eliminados muy rápida y firmemente de mi pensamiento. Esto no fue una ilusión de mi parte, sino la verdadera certeza divina de la omnipotencia de Dios que me dio paz. Recordé las curaciones que mis dos hijas habían tenido en la Ciencia Cristiana y me mantuve muy animada. Le sugerí que ella, su hermana y yo cantáramos himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana al regresar al auto.
Al principio caminamos muy lentamente, y ella cojeaba mucho, pero a medida que las hermosas e inmortales verdades de los himnos elevaban nuestro pensamiento y nos permitían sentir más de la gracia de Dios, la dificultad para caminar fue disminuyendo cada vez más. Para cuando llegamos a nuestro coche, no había ni la más mínima cojera.
Al volver a casa, esta niña muy agradecida corrió a su habitación y luego regresó apresuradamente sosteniendo su zapato y calcetín, los cuales tenían sendos agujeros. Luego, se sentó en el suelo y giró el pie para que yo también pudiera observar que no había evidencia de lesión, ¡ni marca alguna del clavo! Pude ver claramente que así era. Mantenernos en los pensamientos de Dios mediante la oración había desplazado el temor y la preocupación, así como toda evidencia relacionada con el hecho. Ese día, nuestro pensamiento fue espiritualizado al volvernos al Amor divino y reconocer su presencia, y al sentir profundamente las verdades de los himnos que cantamos. Entonces, para mí, este es uno de los muchos ejemplos de las curaciones, manifestadas como una resurrección, que nuestra familia ha experimentado a través de la Ciencia Cristiana.
Ahora, para concluir con la pregunta que me hicieron sobre la resurrección: comprendo que en la Ciencia Cristiana un significado clave de la resurrección es la continua espiritualización diaria, e inspirada por Dios, del pensamiento; así como la experiencia adquirida al estudiar y vivir la Ciencia divina, las leyes de Dios, que Jesús enseñó y demostró, y que la Sra. Eddy descubrió, probó por sí misma y compartió con el mundo.
Ciencia y Salud declara: “En la proporción en que desaparece la creencia de que la vida y la inteligencia están en la materia o que proceden de ella, las verdades inmortales del ser son percibidas, y su única idea o inteligencia está en Dios. Al Espíritu se llega únicamente por medio de la comprensión y la demostración de la Vida, la Verdad y el Amor eternos” (pág. 279). No hay palabras para expresar mi gratitud por todas las experiencias de espiritualización del pensamiento que he tenido y que han ido en aumento, y continúan aumentando mi “comprensión y… demostración de la Vida, la Verdad y el Amor eternos”. La Sra. Eddy enfatiza muy claramente la importancia de espiritualizar el pensamiento: “Nada que no sea la espiritualización —sí, la cristianización más elevada— de pensamiento y deseo, puede dar la verdadera percepción de Dios y de la Ciencia divina, cuyo resultado es salud, felicidad y santidad” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 15). ¡Y siento tanta gratitud hacia el Cristo por estar siempre con nosotros y espiritualizar continuamente el pensamiento!