A medida que 2019 llegaba a su fin, decidí pasar la Navidad y el Año Nuevo con mi hijo y mi ex esposa en los Estados Unidos. Resolvimos reunirnos en Boston, Massachusetts, donde ella vivía en ese momento. Estaba muy entusiasmado con el viaje, porque hacía seis meses que los había visto por última vez en Brasil, donde vivo.
A medida que se acercaba el día del viaje, pensaba en todo lo bueno que habíamos experimentado el año anterior. Mi gratitud por esos días alivió mi preocupación por los problemas logísticos pendientes que debían atenderse antes de partir.
Con el estudio de la Ciencia Cristiana, aprendemos que estar agradecidos por las bendiciones que recibimos abre nuestros corazones para recibir aún más día a día, con la certeza de comprender que Dios nos ama constantemente. Por lo tanto, era permanente el sentimiento de gratitud y alegría por mi próximo viaje, incluso durante el vuelo de 12 horas, que transcurrió sin problemas, y la reunión con mis dos familiares en el aeropuerto. Me conmovió verlos después de tanto tiempo, y estaba seguro de que el Cristo unía nuestros corazones en amor.
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