En el invierno de 2021-2022, me comenzó a doler la rodilla derecha cada vez más con cada día que pasaba y se hinchó, de modo que solo podía doblarla con mucho dolor.
Sintiendo que estaba a merced de la situación, decidí contactar a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara mediante la oración. Lo primero que me dijo el practicista fue que no nos inclinamos ante un dios falso —una sugestión mental de discordia— sino más bien ante lo que Dios, el Amor divino, sabe. Con este aliento, me aferré al hecho de que toda sensación y movimiento emanan de Dios. No es que Dios mueva mis miembros u órganos o los mantenga en funcionamiento, sino que Él gobierna todas las funciones que me caracterizan por ser Su amada idea espiritual. Estas funciones representan cualidades tales como flexibilidad, elasticidad y estabilidad. Empecé a comprender que el dolor no tiene nada que ver conmigo.
Cuanto menos me enfocaba en la sensación, o sugestión, de una rodilla dolorida e hinchada, y cuanto más expandía mi visión espiritualmente, más claramente reconocía que el universo no está fragmentado, es decir, no consiste en individuos en conflicto o materia sobrecargada e inflamada. Más bien, es un sistema completo de ideas que funcionan en pacífica relación unas con otras, gobernadas por la armonía.
Al adoptar este punto de vista, descubrí que estaba más tranquilo y que mis interacciones con otras personas eran más pacíficas: en mi familia, en el trabajo y en la iglesia. Mientras me ponía al día con las noticias, la ira y la culpa cedieron ante la comprensión de que cuando luchamos “contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales” (Efesios 6:12, LBLA), en realidad no estamos luchando contra otras personas, ya que todos son en realidad hijos de Dios. Solo estamos dejando de lado las falsas creencias de que el mal podría estar obrando en cualquier lugar o en cualquier persona.
A medida que el estrés y las reacciones mentales disminuyeron, mi rodilla volvió a la normalidad. Pronto pude reanudar las actividades que disfruto, como el senderismo extensivo y el ciclismo, sin ninguna limitación.
Estoy muy agradecido por esta curación, por el amoroso apoyo espiritual del practicista, y especialmente por la creciente capacidad que he obtenido para inclinarme solo ante Dios, no ante las personas o las circunstancias.
Hans Braun
Olten, Suiza
