Había pasado mucho tiempo preparándome para la reunión anual de la asociación de estudiantes de la Ciencia Cristiana de la que soy miembro y estaba atesorando nuevas ideas sobre la unidad del hombre con su fuente: Dios, el bien infinito. Quería mantener estas ideas cerca de mí, y en mi entusiasmo, decidí llevar a mi lugar de trabajo un ejemplar de Prose Works de Mary Baker Eddy (una compilación de la mayoría de sus escritos publicados sobre la Ciencia Cristiana que no son su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras). Tenía la intención de estudiarlo durante mi hora de almuerzo.
Trabajo en una escuela primaria, y un día, sin preguntar, tomé prestado el marcador fluorescente de un maestro colega de su escritorio para resaltar pasajes del libro. Después de mi pausa para el almuerzo, cuando le devolví el marcador a mi colega y le agradecí el préstamo, me preguntó qué había estado resaltando. Rápidamente traté de eludir cualquier conversación y le dije que era solo un libro que estaba leyendo. “¿Qué tipo de libro?”, preguntó. Francamente, me sentía avergonzada de revelar lo que estaba leyendo, prefiriendo mantener mi luz escondida bajo un almud. Pero entonces las palabras salieron de mi boca: “Es un libro sobre la curación espiritual”.
Pensé que eso sería suficiente para satisfacer su curiosidad y evitar que siguiera conversando, y que ahora podría esconder el libro con seguridad en mi bolso. Pero él no estaba dispuesto a dejar que la conversación terminara. “¡Estoy muy interesado en la curación espiritual!”, dijo. “¿Puedo ver tu libro, por favor?”
El ejemplar de Prose Works era de 1925. La cubierta estaba desgastada, marrón y lisa, y parecía menos que atractiva. Algo avergonzada, le entregué el libro a regañadientes a mi colega. Al ver más allá de la portada, quedó totalmente fascinado. “¿Tiene esto una base bíblica?”, preguntó. Le dije que todas las ideas que contiene están basadas en la Biblia, y que Prose Works es en realidad una colección de muchos libros sobre la curación espiritual. Estaba fascinado.
Al ver una puerta abierta para compartir la Ciencia Cristiana, le dije que había otro libro más definitivo sobre la curación espiritual escrito por la misma autora. Entonces, al recordar que tenía un ejemplar nuevo de Ciencia y Salud en mi coche, se lo ofrecí. Le dije que este libro explica cómo Jesús sanaba a los enfermos y resucitaba a los muertos. Me sentí como uno de los primeros discípulos difundiendo el evangelio al mundo. El intercambio pareció natural y hermoso.
A las pocas horas de compartir este vaso de agua fría con un buscador sediento, un miembro de mi familia del que había estado distanciada durante más de siete años se comunicó conmigo por correo electrónico. Pude invitarla a cenar a mi casa el fin de semana siguiente.
Está claro para mí que estas oportunidades fueron el resultado de mi oración y estudio acerca de nuestra unidad con Dios. Identificar correctamente al hombre como el reflejo de Dios nos ayuda a ver la verdadera naturaleza de nosotros mismos y de los demás como espirituales y receptivos a las buenas ideas que Dios siempre está comunicando al hombre. Elimina cualquier etiqueta falsa que pudiéramos haber atribuido a alguien como espiritualmente poco receptivo.
Como escribe Eddy: “Olvidaos de vosotros mismos al trabajar por la humanidad; entonces atraeréis al fatigado caminante a vuestra puerta, el peregrino y el extranjero vendrán a vuestra iglesia, y hallaréis acceso al corazón de la humanidad” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 155). Cuando amemos las ideas que Dios nos imparte constantemente, los necesitados gravitarán hacia nuestras puertas, y nosotros, a su vez, nos encontraremos transformados en el proceso. Estoy agradecida de haber probado aunque sea una pizca de esta verdad.
