Es difícil expresar con palabras la gratitud que siento por la Ciencia Cristiana. Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, explica en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Dios con Su gracia me había estado preparando durante muchos años para la recepción de esta revelación final del Principio divino absoluto de la curación mental científica.
“Este Principio apodíctico señala hacia la revelación de Emanuel, ‘Dios con nosotros’, la eterna presencia soberana, que libra a los hijos de los hombres de todo mal ‘de que es heredera la carne’”. (pág. 107).
Me gustaría compartir lo que voy comprendiendo y probando de este Principio divino. Una noche, sentí un dolor muy fuerte en el estómago. Oré persistentemente, negándole todo poder. Veo esas sugestiones de dolor o discordia como males que son eliminados mediante la comprensión de Dios, de la Verdad divina; por consiguiente, podía considerarlos como nada; como mentiras que podían y debían ser desenmascaradas, como Jesús enseñó. El dolor era cada vez más fuerte, así que oré con más persistencia.
Acto seguido, me di cuenta de que había asociado este dolor con el fallecimiento de algunos amigos con problemas estomacales y supe que debía tratar, a través de la oración, el temor a esta enfermedad, así como el pesar que sentía por la muerte de esas personas. Me negué a aceptar que alguien pudiera tener una enfermedad del estómago, ya que Dios crea al hombre a Su imagen, completo y sano. Reconocí con firmeza la amorosa presencia de Dios.
El Himno 133 del Himnario de la Ciencia Cristiana dice:
No siempre puedo descubrir
de qué manera obras Tú;
mas puedo siempre repetir:
¡Dios es Amor! ¡Dios es Amor!
(John Bowring, alt.)
Realmente sentí la presencia de Dios conmigo y con cada uno de mis amigos que ya no está con nosotros. Vi más claramente que nunca que el Amor divino está con ellos y con nosotros, y que todos seguimos viviendo para siempre. “La Vida y la bondad son inmortales” (Ciencia y Salud (pág. 246). El dolor cesó inmediatamente y jamás ha regresado.
Qué maravilloso es saber que la Vida es eterna, sin dolor o discordia, y que esta verdad realmente nos hace libres.
Gloria Cecilia Caro
Bogotá, Colombia
