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Renovada inspiración para un nuevo comienzo

Del número de marzo de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 28 de diciembre de 2023 como original para la Web.


Un nuevo comienzo no siempre es la estrategia correcta, pero hay ocasiones en las que puede ser el enfoque más productivo para encontrar la solución necesaria. Sin embargo, para ser eficaz, un nuevo comienzo realmente necesita ser un nuevo comienzo honesto. Entonces, ¿cómo podemos encontrar el camino para comenzar de nuevo?

Una declaración atribuida al filósofo romano Séneca, “Cada nuevo comienzo  proviene del final de algún otro comienzo”, significa para mí que, cuando dejamos atrás una fase anterior, nos llevamos con nosotros todo lo que hemos aprendido. Somos enriquecidos por nuestra experiencia. Y por mucho que queramos aferrarnos a un enfoque y un camino conocidos, tenemos que estar dispuestos a abandonarlos y ser receptivos a una nueva orientación. Esta humildad nos prepara para la inspiración que nos brindará renovado ímpetu a fin de alcanzar un mayor crecimiento espiritual y curación.

La Ciencia Cristiana revela mucho acerca del Cristo como el mensaje orientador de Dios. A Jesús le encantaba escuchar y seguir los mensajes espirituales de Dios, e hizo ambas cosas en el más alto nivel. Él fue identificado de manera única como Cristo Jesús, pero este mismo Cristo —la misma guía que dirige, transforma y sana que bendijo a Jesús y fue personificada por él— continúa bendiciendo al mundo de hoy. Y abrirnos al Cristo, la verdad de Dios, energiza nuestros pasos hacia un nuevo y maravilloso comienzo. La Biblia da este consejo: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

La oración de Jesús tenía el respaldo del poder del Cristo, la Verdad, y el hombre fue sanado y pudo caminar de inmediato.

Lo que se renueva es nuestra manera de pensar: toda nuestra perspectiva respecto a nosotros mismos y a los demás. Nuestros pensamientos y lo que experimentamos van de la mano, y podemos confiar en que Dios nos guiará hacia esta nueva perspectiva si tenemos el deseo puro de obtenerla. Esta fue la experiencia de Mary Baker Eddy cuando descubrió la Ciencia Cristiana. Más tarde escribió: “La mano divina me condujo a un nuevo mundo de luz y Vida, un nuevo universo — viejo para Dios, pero nuevo para Su ‘pequeña’” (Retrospección e Introspección, págs. 27-28).

Orar para sanar de la manera en que Jesús enseñó requiere la consagrada disposición a ser guiados por Dios hacia nuevos caminos, nuevas formas de pensar, nuevas formas de vernos a nosotros mismos. Por ejemplo, en una ocasión Jesús conoció a una persona que había estado sufriendo de una enfermedad debilitante durante 38 años. Este hombre esperaba una curación, porque creía que el agua de un estanque cercano, cuando era agitada —supuestamente por un ángel— haría el trabajo. Se puede escuchar la desesperación en la respuesta del hombre cuando Jesús le pregunta si le gustaría ser sanado ahora: “Señor, … no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo” (Juan 5:7).

La Biblia no registra cómo Jesús oró por el hombre ese día, pero sin duda no se trató del movimiento del agua. Jesús sabía que la creación de Dios, sin importar lo que den a entender los sentidos físicos, debe reflejar la naturaleza y la perfección de Dios. Él dijo en su Sermón del Monte: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48).

La oración de Jesús tenía el respaldo del poder del Cristo, la Verdad, y el hombre fue sanado y pudo caminar de inmediato. La desesperación diaria de esa persona fue reemplazada por una nueva perspectiva y una nueva experiencia. 

Podemos aprender de esto. Es interesante ver cómo la frescura de nuestra perspectiva y oración nos impulsa naturalmente a inspeccionar algunos de nuestros antiguos pensamientos, especialmente los que escuchamos una y otra vez. Todos y cada uno de los pensamientos que nos degradan deben ser desafiados con la verdad pura: con la inteligencia propia del Cristo y la amorosa bondad de Dios. Esto invita a tener una renovada inspiración en la que centrar nuestro pensamiento.  

Fíjate en la frecuencia con que a lo largo del día pensamos en algo que nos critica de manera destructiva, o aceptamos alguna otra mentira vieja y polvorienta acerca del hijo de Dios. Cada vez que nos encontramos con un pensamiento semejante y la depresión que lo acompaña, podemos adoptar la práctica nueva de dejar que la renovada perspectiva de Dios la reemplace.

Pensamiento a pensamiento, avanzamos cada día. Si somos vigilantes, el poder de la bondad ilimitada de Dios puede anular cada mentira sobre nosotros. La sutileza del debilitante diálogo interno es fácil de detectar y desenmascarar cuando reconocemos esta verdad espiritual: Cualquier pensamiento o sentimiento que implique que estamos separados de la bondad que es Dios no es digno de ser aceptado. ¿Por qué? Porque Dios nunca nos comunicaría tal concepto y, por lo tanto, no estamos obligados a poseerlo.

“El Cristo es la verdadera idea que proclama el bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana”, dice Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras (Mary Baker Eddy, pág. 332). Cada vez que escuchemos, veamos o sintamos un nuevo mensaje de Dios, percibiremos junto con él algo del amor y la paz de Dios. Entonces podemos permitir que lo que Dios ha dicho tenga plena autoridad sobre nosotros, y eso se verá en formas completamente nuevas de pensar y actuar.

Para tener un nuevo comienzo, prueba a obtener una renovada inspiración. Deja que una brisa fresca y limpia remueva tus pensamientos. Cristo, la Verdad, arrasa con las perspectivas obsoletas y los temores repetitivos, y abre así el camino al poder apacible y sanador de Dios.

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