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Buenas Noticias

De viaje con Dios

Del número de diciembre de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Hace poco tuve el viaje más largo de mi vida, y reforzó mi comprensión y confianza en Dios. Viajaba con un compañero a otra parte del país, para apoyar a un amigo en común en el funeral de una familia. El viaje incluyó cruzar una laguna de 18.8 kilómetros en una piragua, o autobús acuático.

Cuando llegamos a la ciudad para tomar el autobús acuático, descubrimos que el último se había ido hacía 14 horas, y no había forma de saber cuándo llegaría el siguiente.

Nos habíamos preparado para este viaje meditando sobre el Salmo 121:1-6 y, ante esta dificultad, nos aferramos con sincera convicción al hecho de que Dios cuida de nosotros, a fin de comprender que somos uno con Él. El Espíritu, no la materia y la limitación, es lo que está verdaderamente representado en los hijos de Dios.  

Esto ayudó a disipar las dudas que comenzaban a abrumarnos, y dejó espacio para que nos calmáramos. De hecho, la Mente divina que gobierna el universo había gobernado nuestra partida, y gobernaría cada momento de este viaje hasta que finalizara.

Una hora más tarde, el ruido de un motor anunció la llegada de un autobús acuático. Se bajaron unos cuantos pasajeros y nos subimos. El interior no tenía luz y el capitán sostenía una linterna larga en la mano. Estaba totalmente oscuro.

Entonces tomamos nuestros lugares, sintiéndonos presentes con Dios, sabiendo que Él estaba allí en la piragua, porque está en todas partes. Ya era tarde. Las estrellas que habían aparecido en el cielo desaparecieron a causa de una tormenta, pero a pesar de ser un momento difícil, Dios estaba allí.

Este pasaje nos fortaleció y tranquilizó nuestros corazones: "Para aquellos que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones" (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. vii). Confiar en Dios con comprensión nos permite tener dominio sobre cualquier cosa que parezca contraria a Su bondad.

El barco cruzó la laguna durante kilómetros y kilómetros, en total oscuridad, antes de llegar a la orilla. La tormenta y sus efectos no afectaron a nuestra tripulación, y llegamos sanos y salvos. Durante todo este tiempo, nunca dejé de reflexionar sobre “la declaración científica del ser” (Ciencia y Salud, pág. 468).

Al final, llegamos al pueblo que era nuestro destino a la 1:48 de la madrugada, y nos llevaron a ver a la familia en duelo. Todo transcurrió sin problemas; Incluso la fuerte lluvia había cesado justo antes de que llegáramos.

Nuestro amigo se sorprendió mucho al vernos. Todos dimos gracias a Dios, nuestro Padre-Madre, que está, siempre ha estado y siempre estará cuidando de Sus amados hijos, de todos nosotros, y que nos permitió salir fortalecidos de una situación adversa.

Siempre podemos confiar en esta promesa del profeta Isaías: “Confiad en el Señor para siempre, porque en Dios el Señor, tenemos [fortaleza] eterna” (26:4, LBLA).

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