Tener al nieto más nuevo de la familia en mis brazos fue una experiencia sagrada. Me maravilló la simple muestra de confianza y receptividad de este precioso pequeñito para que lo cuidara, mientras se apoyaba en mí y descansaba en paz.
Abrazarlo me impulsó a pensar más profundamente en Dios como Principio y Amor, cuya tierna e inmutable ley espiritual del bien nos sostiene, mantiene y protege a todos en armonía. ¿Es posible que confiemos en Dios sin vacilar, seguros de que somos y seremos sostenidos y cuidados? Por supuesto que sí. Estas líneas del Himno 134 del Himnario de la Ciencia Cristiana aluden al gobierno de Dios que todo lo envuelve: “Me abriga Tu bendito amor, / Tu ley es mi sostén” (Samuel Longfellow).
La Navidad, durante la cual se honra el nacimiento de Jesús en todo el mundo, es un momento para reflexionar sobre el Cristo y lo que significa para nosotros hoy. Mary Baker Eddy, la descubridora de la Ciencia Cristiana, escribió en su libro titulado Escritos Misceláneos 1883-1896: “Esta idea espiritual del Principio del hombre o del universo, apareció a la visión de los Magos como una estrella. Al comienzo, el niño Jesús pareció pequeño a los mortales; pero desde el monte de la revelación, el profeta lo contempló desde un principio como el Redentor, que presentaría una manifestación maravillosa de la Verdad y el Amor” (pág. 164).
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