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El dolor y la hinchazón desparecieron

Del número de diciembre de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace aproximadamente un año, noté que ocasionalmente me dolía un área del abdomen. Comencé a orar para fortalecer mi convicción de que solo las cualidades de Dios pueden desarrollarse dentro de mí. El dolor disminuyó. 

No obstante, como no podía ver lo que sucedía en mi interior, los pensamientos de temor regresaban constantemente. Encontré valor en estas palabras de la Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy: “... ‘El reino de Dios dentro de vosotros está’. Sepan, entonces, que poseen poder soberano para pensar y actuar correctamente, y que nada puede desposeerlos de su herencia e infringir el Amor. Si mantienen esta posición, ¿quién o qué puede hacer que pequen o sufran?” (Pulpit and Press, pág. 3).

Sin embargo, con el tiempo el dolor se volvió constante, con una hinchazón que comenzó a interferir en mi sueño. Decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara. Ella frenó ese pensamiento cuando me dijo que era hora de que yo aceptara esto como una oportunidad para tomar una firme posición mental y descartar los síntomas, porque eran sugestiones. “¿Eres material o espiritual?”, preguntó. “¿Qué eres?” 

Esa fue mi llamada de atención. Fue un gran alivio saber que no tenía que diseccionar mentalmente cada síntoma ni llevar más la carga y la ansiedad por lo desconocido. Razoné que las verdades que aceptamos en la consciencia a través de nuestra oración y estudio no hacen que un cuerpo enfermo sane; en cambio, la Verdad, Dios, destruye la pretensión de que la enfermedad sea válida, mostrando que esa pretensión es una mentira. Y, naturalmente, queremos abandonar una mentira, porque nadie quiere ser engañado. 

En ese momento abracé la idea de que soy verdaderamente espiritual y que la perfección nunca flaquea. ¿Por qué? Porque Dios “vio todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Y Su obra está acabada (véase Génesis 2:1). Confiaba en que podía aferrarme a estas verdades.

Fue una alegría afirmar con confianza que el Espíritu jamás puede estar enfermo, desgastarse o cansarse, y jamás necesita recuperarse. El Espíritu solo incluye toda salud y santidad, y somos para siempre la expresión del Espíritu. Después de casi cuatro meses, la dolorosa afección desapareció en cuestión de días. 

La curación ha sido completa y permanente. Esto prueba otra declaración de la Sra. Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La discordancia es la nada llamada error. La armonía es el algo llamado Verdad” (pág. 276).

Jonathan Ferrell
Río Rocoso, Ohio, EE.UU. 

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