Estar más que agotado no es una buena sensación. Hablo por experiencia. Hace algunos años quedé exhausta y no lo vi venir. No tenía conciencia de cuán común es el agotamiento. En mi caso, la situación se vio agravada porque me costaba mucho dormir.
Desde mi infancia, he sido una trabajadora disciplinada y nunca me he sentido agotada. Ni siquiera sentía que tenía que dormir horas regulares. Esto continuó en la edad adulta, momento en el que algunos familiares expresaron preocupación, mientras que los colegas a veces bromeaban diciendo que no parecía dormir en absoluto. Sin darme cuenta, había llegado a un punto en el que dormía muy poco y a veces no lograba hacerlo en absoluto.
Sin embargo, leer las curaciones de Cristo Jesús en la Biblia me inspiró a lidiar con el agotamiento y el insomnio. Me aseguraron que el Cristo sanador, la Verdad, me proporcionaba constantemente pensamientos de Dios, que apoyan la salud, la paz y la alegría, para que pudiera servir mejor a Dios y bendecir a los demás. Recurrí a los Evangelios para averiguar más sobre el hermoso ministerio de Jesús, donde sanó a multitudes de todo tipo de aflicciones e incluso resucitó a los muertos.
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