Actualmente soy gerente de negocios y estoy agradecido de decir que he contratado a muchas más personas de las que he despedido durante mi carrera. El proceso de despedir a un empleado no es muy agradable para nadie.
En un momento dado, mi empresa tuvo que prescindir de parte del personal. El día que tuve que despedir a uno de nuestros empleados, mi corazón no estaba en paz. El empleado quedó muy sorprendido por ser despedido. Después, me enteré por algunos colegas de que este empleado y su esposa iban a tener un bebé.
Pensé: “¿Qué he hecho? ¿Por qué lo dejamos ir en este momento?”. Me preocupaba y angustiaba mucho la situación, por lo que me resultó útil hablar con un practicista de la Ciencia Cristiana.
Como Científico Cristiano, recurro en oración a Dios, el Amor divino, y me vuelvo al ejemplo de Cristo Jesús. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, leemos esto en la página 544: “En la creación de Dios las ideas se volvían productivas, obedientes a la Mente”. ¡Qué revelación fue esto para mí cuando recurrí a él, porque era el alimento espiritual que necesitaba para ver toda esa situación de la manera en que la Mente única, Dios, la veía! La Mente ve, siente y actúa con el propósito de hacer lo bueno, y cada uno de nosotros incluye el buen propósito de Dios.
Comprendí que el profesional de negocios que tuve que despedir es un hijo de Dios. Puesto que es un hijo de Dios, tiene la capacidad de expresar todas las cualidades espirituales productivas y buenas de Dios. Nada podía quitársela. Reconocer esto me llevó a apreciar que la productividad tiene su fuente en Dios, el único creador.
Semanas después, estaba en un viaje de negocios con un colega, quien me preguntó sobre la partida del hombre que había despedido, y le dije que me sentía muy triste por ello. Esta fue una oportunidad para expresar empatía y compasión, ya que también traté de calmar a mi colega. Esta conversación me permitió expresar sentimientos de respeto y amor fraternal, y preparó el camino para lo que estaba a punto de suceder.
A los pocos minutos, recibí un mensaje del hombre al que había despedido, preguntándome si yo le serviría de referencia para una solicitud de empleo. Inmediatamente le dije que lo haría. Entonces un cazatalentos me llamó y me preguntó sobre sus cualidades profesionales, y le hablé con sinceridad de las cualidades que expresaba, como buen carácter, honestidad, generosidad, atención, cuidado, prontitud, organización, receptividad, etc. El colega que viajaba conmigo dijo que, durante esa conversación telefónica, yo estaba hablando como lo haría un padre al compartir las cualidades expresadas por un hijo.
En ese mismo momento me sentí en paz y Dios, la Verdad, la Vida y el Amor omnipotentes, reconfortó mi corazón.
Al leer la biografía Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition, vi que la Sra. Eddy una vez les dijo a los miembros de su Iglesia en una Asamblea Anual en Boston: “El Amor divino nos ha abierto la puerta Hermosa, donde podemos ver a Dios y vivir”. (Yvonne Caché von Fettweis y Robert Townsend Warneck, pp. 199-200). Esto me inspiró. Más tarde me enteré de que el hombre al que había tenido que despedir volvió a tener empleo.
Me alegró mucho que esta experiencia me diera la comprensión de que cada uno de nosotros es la expresión de Dios y que solo podemos expresar amor por nuestro prójimo, completamente y sin miedo. Como dice Ciencia y Salud: “Tenemos que mirar hacia donde queremos caminar, y debemos actuar como poseyendo todo poder derivado de Aquel en quien tenemos nuestro ser” (pág. 264).