Jesús no cambió a los enfermos en personas sanas. Comprendió que, en realidad, nadie ha estado enfermo de ninguna manera.
¿Cómo hizo la comprensión espiritual de Jesús que los sentidos corporales renunciaran a su falso testimonio de pecado, enfermedad y muerte? En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy da esta explicación: “Jesús contemplaba en la Ciencia al hombre perfecto, que a él se le hacía aparente donde el hombre mortal y pecador se hace aparente a los mortales. En este hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esta perspectiva correcta del hombre sanaba a los enfermos” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, págs. 476-477).
Jesús percibía, a través de los sentidos espirituales, lo que Dios sabe del hombre de Su propia creación, allí mismo donde otros —que creían que los sentidos corpóreos representaban la realidad— veían erróneamente a un hombre material enfermo, pecador o moribundo. Jesús confiaba en que Dios siempre mantendría a todos perfectamente bien, porque todos viven en Dios bajo Su cuidado amoroso y omnipotente. Como escribió el salmista: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra” (Salmos 139:7-10).
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