Un sábado, cuando tenía una cita para ir a nadar, me caí boca abajo sobre el pavimento frente a la piscina. Me puse de pie, oré brevemente y fui a nadar de todos modos. Pero esa noche, en casa, sentía dolores agudos y punzantes en todo el lado derecho del cuerpo cada vez que me movía o respiraba. El miedo se infiltró en mi pensamiento: “¿Qué pasa si...? ¿Qué debo hacer ahora?”.
Mientras estaba aún buscando una solución, leí el artículo, “You don’t have to understand everything before you’re healed” escrito por Nathan Talbot (véase The Christian Science Journal, November 2001). Se refería a la siguiente inquietud: “Siento que he descubierto la verdad en la Ciencia Cristiana. Pero dudo de mi propia capacidad para demostrarla realmente cuando se trata de sanar. ¿Cuánto interfieren mis dudas en mi curación?”.
En respuesta, el autor dice: “Un niño no tiene que entender la teoría de la electricidad para encender un interruptor de luz. Tú no tienes que saber todo acerca de la gravedad para mantenerte pegado al suelo cuando caminas. Estas son metáforas, pero de la misma manera, hay una ley de Dios operando a tu favor, independientemente de cuánto te des cuenta de ella. Esta es una ley de Amor, del cuidado interminable de Dios por ti”.
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