Al lado de la ventana donde trabajo en mi casa, el patio tenía una enorme depresión a principios de este año. Para arreglarlo esto, un día los jardineros simplemente echaron tierra encima. Se veía terrible.
Pero el césped no se entierra fácilmente; quiere crecer. A lo largo de las semanas que siguieron, observé cómo el césped desde abajo encontraba su camino hacia la superficie, buscando la luz del sol, atravesando la tierra poco a poco. ¡Y yo estaba mentalmente alentando al césped para que creciera!
Esto me hizo pensar en el apóstol Pablo en la Biblia. Es indudable que los primeros seguidores de Cristo Jesús no lo querían, porque los perseguía con tenacidad. Pero entonces él vio una luz —la luz de Dios— que literalmente lo cegó, y su visión fue sanada posteriormente por un seguidor de Jesús. Después de esta experiencia, Pablo comenzó a difundir el cristianismo con la misma tenacidad que una vez había usado para perseguir a los seguidores de Jesús, y se convirtió en responsable de una parte significativa del crecimiento inicial de la Iglesia Cristiana.
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