¿Qué pasaría si el punto de vista que el mundo tiene de ti como un ser humano físico y material no fuera la única forma de verte a ti mismo? ¿Y si también existiera el punto de vista de Dios sobre ti? ¿Y qué pasaría si ese fuera el único punto de vista que importa, el único exacto ?
Cada uno de nosotros es la creación de Dios, el Espíritu. En realidad, existimos como evidencia del amor, la perfección y la bondad de Dios. Y nada malo o carente de amor reside en el Espíritu; por lo que Dios no puede infundir tal cosa en lo que Él crea, y no lo hace. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por la Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, explica: “El hombre como vástago de Dios, como la idea del Espíritu, es la evidencia inmortal de que el Espíritu es armonioso y el hombre es eterno” (pág. 29).
Mientras que el pensamiento mundano puede por ignorancia describir a todos como imperfectos, incompletos, agraviados, etc., el Dios que es Espíritu —que también es la Mente infinita y el Amor divino— mantiene un concepto claro y preciso de nosotros como Su perfecta semejanza o imagen espiritual. Como dice un himno muy querido:
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