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Caminos hacia la práctica

Caminos hacia la práctica

Del número de enero de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 11 de noviembre de 2024 como original para la Web.


El Journal se complace en ofrecer a los lectores la primera de una columna ocasional de la oficina de Actividades de Practicistas de la Ciencia Cristiana en La Iglesia Madre en Boston. “Caminos hacia la práctica” es autobiográfico. Si bien los colaboradores, presentados aquí como tres autores anónimos, son ahora practicistas experimentados de la Ciencia Cristiana, aún no figuraban en los directorios del Journal o del Heraldo cuando aceptaron humildemente sus primeros pedidos de tratamiento en la Ciencia Cristiana, ¡y se pusieron manos a la obra! A continuación, en sus propias palabras, estos sanadores del siglo XXI trazan la respuesta del corazón y de la mente al inequívoco llamado de Cristo Jesús: “Sanad enfermos”. Esperamos que los lectores se animen, paso a paso, a renovar su propio compromiso con la curación científica cristiana en el siglo XXI, y a compartir este regalo inestimable de la gracia de Dios con toda la humanidad.

Practicista 1: Como Científico Cristiano de toda la vida, he tenido muchas instancias en que he recibido ayuda profundamente eficaz de practicistas de la Ciencia Cristiana. La función de un practicista siempre ha sido importante para mí, siempre me ha parecido una parte supremamente natural de mi vida. Pero lo que finalmente me llevó a aceptar la práctica de tiempo completo como mi próximo paso tuvo mucho que ver con lo que aprendí hace algunos años mientras trabajaba en la oficina del Comité de Publicación en La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts.

Esa tarea me dio una comprensión mucho más amplia del poder de Dios, la Verdad divina, sobre el error. Cuando vi que algunas de las críticas más duras y los puntos de vista más distorsionados de la Ciencia Cristiana y de Mary Baker Eddy cedían a la corrección a través de la oración persistente, comencé a ver más del poder de la oración espiritualmente científica. La oración desafiaba la información errónea y permitía que se viera la verdad y que los hechos se declararan con precisión. Nuestras oraciones desinflaban la supuesta capacidad del error para engañar. Podía sentir el Amor divino en acción, y eso hizo que romper el dominio del error pareciera posible y natural.

Lo que aprendí a través de ese trabajo se ha quedado conmigo, y mi comprensión de la paciencia y la perseverancia ha seguido profundizándose. Cuando comencé a tomar casos en mi propia práctica de la Ciencia Cristiana, el trabajo se sintió espiritualmente natural. Necesitamos desafiar el error todos los días. ¡Supongo que es por eso que el mundo necesita que todos seamos practicistas! Cuando somos fieles, la realidad de la Verdad divina rompe el dominio del argumento que dice que no podemos sanar. Dios es el sanador, y Su poder y amor son infinitos e imparciales.

Nadie es demasiado joven o demasiado viejo para orar por los demás, para ser un sanador. El elemento más importante es el deseo de ayudar a otros.

Las palabras de la Sra. Eddy son tiernas en su aliento: “El trabajo de curación, en la Ciencia de la Mente, es el más sagrado y saludable poder que se puede esgrimir” (Retrospección e Introspección, pág. 54). Es Dios quien nos capacita para hacer este trabajo.

Practicista 2: Cuando me preguntan: “¿A qué te dedicas?” y respondo: “Soy practicista de la Ciencia Cristiana”, la siguiente pregunta suele ser: “¿Qué es eso?”.

Me encanta dar esta simple respuesta: Se trata de recurrir a las leyes espirituales de Dios. Luego, por lo general, paso a explicar que esas leyes son lo que Cristo Jesús enseñó y lo que afianzó sus obras de curación. Son la base de orar para obtener soluciones sanadoras a todo, desde problemas individuales hasta cuestiones mundiales.

El descubrimiento de Mary Baker Eddy de estas leyes divinas me ha bendecido desde la infancia. Aprendí temprano a recurrir a la Biblia y al libro de la Sra. Eddy basado en la Biblia, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, para encontrar respuestas. La verdad espiritual de estos libros se ha entretejido naturalmente en la trama de mi vida, y compartir estos libros con los demás es una alegría.

Poco después de graduarme de la universidad, comencé a enseñar en una universidad, donde conocí a muchas personas interesadas en la Ciencia Cristiana. Algunas querían leer sobre ello; otras querían hablar de ello; otras pedían que oraran por ellas. Hubo muchas curaciones. 

Después de un par de años, se hizo evidente que podía hacer mucho bien dedicando mi tiempo completo a la práctica pública de la Ciencia Cristiana. Con el amoroso aliento de mi maestro de la Ciencia Cristiana, aprendí que nadie es demasiado joven o demasiado viejo para orar por los demás, para ser un sanador. El elemento más importante es el deseo de ayudar a los demás, tal como siempre me han ayudado los practicistas.

Había situaciones por resolver. Era una esposa joven y madre de niños pequeños, y las finanzas eran una preocupación para mi esposo y para mí. Un practicista experimentado me dijo: “Tú apoyas el oficio del Cristo, y él te apoyará a ti”. Eso tenía sentido, así que lo mantuve cerca en mis pensamientos. 

Dos aspectos importantes de esto eran que debía tratar la práctica pública tan profesionalmente como mi carrera anterior, y que necesitaba tener claro mi unidad con Dios y Su Cristo sanador, la Verdad. Sentir este apoyo divino y enfocarme en la presencia de Dios, del Amor, evitó que me sintiera abrumada por las demandas continuas de nuestra familia en crecimiento. Orar por los demás no era una tarea pesada, sino que también me beneficiaba. Orar por mí y por mi familia fortaleció mi determinación espiritual de sanar a los demás. ¡Una bendición recíproca! Se revelaron respuestas prácticas. Mi práctica de curación me guio en la crianza de mis hijos y proveyó financieramente para nuestra familia.

Un profesor muy productivo que conocí se describió a sí mismo como perezoso, así que dijo que necesitaba orden, porque ser ordenado facilitaba la productividad. Me he tomado esto en serio, no para ser rígida, sino más bien para dejar que un sentido de orden guiado por Dios traiga la armonía y flexibilidad necesarias a mi vida y práctica. Esto ha proporcionado tanto estructura a mi tiempo como la libertad de moverme dentro de él. 

El orden, la armonía y la flexibilidad son especialmente útiles ahora que tenemos varios nietos incluidos en nuestras actividades diarias. La práctica ofrece oportunidades continuas para compartir verdades espirituales con ellos y sentir su alegría por los nuevos descubrimientos. Estamos aprendiendo juntos y descubriendo que cada uno de nosotros, independientemente de la edad, posee sabiduría y vitalidad. Esto añade vigor y frescura a cada nuevo día, y esto se traslada a mi práctica. También me mantiene al tanto de los desafíos actuales que enfrentan los niños y las familias y me impulsa a orar más profundamente por el mundo.

Una de las cosas más importantes que estoy aprendiendo es que la obra de Dios ya está hecha y ya es espiritual, perfecta y presente. Así que mis oraciones no están cambiando algo, sino más bien discerniendo lo que Dios ha hecho. La oración aclara el pensamiento y revela el hecho de que no se trata de que yo como ser humano trate a otro ser humano, sino de convertirme en una transparencia para la Verdad que deja entrar la luz para ambos como ideas espirituales. 

Si bien mi declaración de impuestos me clasifica como “trabajadora independiente”, sé que en realidad estoy trabajando con otros para Dios. Él es el proveedor que da inspiración a cada aspecto del trabajo. Es un desarrollo continuo que nunca depende de un “momento perfecto” o una “situación perfecta”. Esta actividad está respaldada por las mismas leyes que Jesús enseñó, y ellas abren el camino todos los días.  

Practicista 3: Fui criado por padres amorosos que se convirtieron en estudiantes de la Ciencia Cristiana en la década de 1940. Nuestra familia se apoyaba en la Ciencia Cristiana, mostrándonos el camino de la vida. Asistí a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana durante toda mi infancia, y nuestra familia siempre fue muy activa en nuestra iglesia filial. Mi madre se convirtió en practicista de la Ciencia Cristiana cuando yo estaba en la escuela secundaria.  

Siempre sentí que algún día también estaría en la práctica pública de la Ciencia Cristiana, pero la pregunta para mí era: ¿Cuándo estaré listo? Durante la clase de Instrucción Primaria de la Ciencia Cristiana, que tomé después de mi segundo año en la universidad, aprendí que todos los estudiantes de la Ciencia Cristiana son practicistas y están equipados para ser sanadores, y que sería evidente para mí si era correcto entrar en la práctica pública de tiempo completo y cuándo.

Después de completar mi licenciatura, mi obligación militar y una maestría en administración de empresas, comencé una carrera en finanzas, que duraría más de cuatro décadas. Justifiqué esta carrera como necesaria para establecerme financieramente y para mantener a mi familia. Por supuesto, aprendí muchas lecciones en mi carrera financiera, que me hicieron avanzar espiritual y moralmente, y por las que estoy muy agradecido. Pero más tarde me pregunté si necesitaba esperar más de 40 años para entrar en la práctica pública de la Ciencia Cristiana.

Hacia la mitad de mi carrera financiera, tuve que defender el principio en una situación que no parecía ser ética y, de hecho, me ponía en desacuerdo con los objetivos de nuestra empresa. Sabía que tenía que hacer lo correcto, aunque probablemente descarrilaría mi futuro avance en la empresa. Pero me mantuve firme en mis oraciones de que “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1). 

A través de la oración, fui liberado de esa situación y colocado en una posición en la que fui apreciado y que utilizó lo que tenía para ofrecer más allá de lo que incluso pensé posible. Esta fue solo una de las muchas oportunidades a lo largo de mi carrera en las que la práctica del ministerio sanador de la Ciencia Cristiana fue una bendición tanto para mí como para los demás. 

Cerca del final de mi carrera financiera, la empresa para la que había trabajado tan armoniosamente necesitaba mudarse a una nueva ubicación más lejos de mi casa. Había estado hablando con los propietarios de nuestra empresa sobre jubilarme en algún momento, pero nunca me puse de acuerdo en una fecha. Me quedó claro que había logrado lo que me había propuesto hacer para esta empresa, y que ahora mantenía el statu quo en lugar de progresar. Sabía que había estado retrasando entrar en la práctica pública, y realmente no tenía ninguna razón para no seguir adelante con ella. Durante varios años había orado por los demás, a petición de ellos, no solo sobre asuntos de negocios, sino sobre todo tipo de otros desafíos, incluidos problemas de salud. Y había habido una serie de buenas curaciones.

Acordé con mi empleador que me mudaría a la nueva ubicación, configuraría nuestros sistemas informáticos financieros y encontraría un reemplazo para mi puesto antes de jubilarme. Supe entonces que comenzaría mi carrera en la práctica pública de la Ciencia Cristiana a tiempo completo. Mi fiesta de despedida fue en junio, y mi anuncio en el Journal como practicista de la Ciencia Cristiana apareció en septiembre.

Parece tan evidente ahora que realmente siempre estuve en la práctica de la Ciencia Cristiana, y mis años en los negocios fueron valiosos para prepararme para la práctica pública a tiempo completo. 

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