Nuestra pequeña empresa tuvo un par de desafíos bancarios recientemente que me enseñaron la importancia de ver al hombre como hecho por Dios y, por lo tanto, innatamente puro, honesto, competente y solidario. Habíamos emitido un cheque de importe elevado para pagar a un proveedor al que le habíamos comprado piezas electrónicas. Alguien robó el cheque, luego fabricó dos cheques falsos por la misma cantidad y los cobró. Además de esa pérdida de una suma tan grande de nuestra cuenta, todavía teníamos que pagar al vendedor por la compra que habíamos hecho.
Cuando trabajamos con el departamento de fraude del banco y nuestro banquero comercial local, nos enviaron paquetes de formularios y más formularios y nos dieron instrucciones contradictorias de varios contactos bancarios. Eso llevó a días de trabajo, frustración y agitación para cuatro de nosotros en nuestra oficina, y algunas noches de insomnio para mí.
En su libro La unidad del bien, Mary Baker Eddy escribe: “Jesús nos enseñó a caminar por encima de, no dentro de ni con las corrientes de la materia, o sea la mente mortal. … Él anuló las leyes de la materia, demostrando que son leyes de la mente mortal y no de Dios. … Él exigió un cambio de consciencia y de evidencia, y efectuó este cambio mediante las leyes superiores de Dios. … pero ni el formulismo ni el ultraje obstaculizaron el proceso divino” (pág. 11).
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