“El gozo es una protesta”. Escribí esas palabras en una nota adhesiva hace unas semanas y la puse en el centro del espejo de mi baño. La puse allí para recordarme que incluso cuando las cosas se ven sombrías, el gozo espiritual es un poder sanador activo e imparable.
Luego sucedieron algunas cosas trágicas: un tiroteo masivo en mi estado y más noticias sobre privaciones inhumanas en zonas de guerra. ¿Quién puede estar alegre en medio del sufrimiento humano causado por un crimen atroz y por las guerras? Quería arrancar la nota del espejo y tirarla a la basura.
Pero después de un tiempo, me di cuenta de que este era el momento exacto para mantener el rumbo y practicar la verdadera y santa alegría, el gozo derivado del Alma, Dios.
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