Cuando los actores interpretan su papel de manera convincente, creemos que son el personaje que representan. Aunque sabemos que es una actuación, su interpretación puede ser tan convincente que nos afecte emocionalmente.
De manera similar, el sentido personal —el falso sentido material de nosotros mismos, de los demás y de nuestra experiencia— puede parecer aún más convincente. Presenta un escenario y nos persuade de que somos el héroe orgulloso, el villano malvado o la víctima indefensa, y respondemos en consecuencia.
Pero la Ciencia Cristiana muestra que la existencia material no es la realidad del ser. La verdad es que cada uno de nosotros es espiritual, creado por Dios y cuidado con amor a cada momento. Dios es infinitamente bueno, abraza a Su creación que es del todo buena, por lo que jamás hay un momento en el que tengamos que lidiar por nuestra cuenta con circunstancias o condiciones difíciles. Todo lo que parece ser injusto, frustrante o aterrador no proviene de Dios, sino que es un producto de los sentidos materiales que no tiene poder real sobre nosotros, a menos que lo creamos. Independientemente del drama que se presente, nuestra función es comprender y expresar nuestra verdadera individualidad como hijos de Dios.
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