Hace un tiempo tuve dolores de vientre acompañados de algunos síntomas preocupantes que me producían mucho temor. Comencé a orar con diligencia. Me comuniqué con una practicista de la Ciencia Cristiana y acordamos orar juntas, para afirmar la inocencia del hombre que, como nos asegura la Biblia, es creado a imagen y semejanza de Dios.
Era evidente de que tenía que vencer el temor y no preocuparme por la evidencia física, para ver si había un cambio. Mi diálogo con la practicista se enfocó sobre la confianza en la Verdad y el Amor divino, Dios, que envuelve a todos sus hijos y los mantiene a salvo.
La Lección bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana de esa semana incluía un punto bien conocido por todo aquel que estudia la lección. Se encuentra en la página 566 de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy: “Así como los hijos de Israel fueron guiados triunfalmente a través del Mar Rojo, el oscuro flujo y reflujo de las mareas del temor humano —así como fueron conducidos a través del desierto, caminando cansadamente a través del gran yermo de las esperanzas humanas, y anticipando el gozo prometido— así la idea espiritual guiará todos los deseos justos en su pasaje del sentido al Alma, de un sentido material de la existencia al espiritual, hacia la gloria preparada para los que aman a Dios”.