Si a veces sientes como que estás volando a ciegas en tus oraciones, inseguro sobre cuál es el enfoque más eficaz para resolver un problema, anímate. Si bien la oración sanadora no entraña fórmulas, estudiar la Biblia —especialmente el registro de curación y las instrucciones del más grande sanador, Cristo Jesús— a la luz de la Ciencia Cristiana, nos guía para comprender a Dios y experimentar Su perpetuo y tierno cuidado con salud y libertad.
Piensa en el legado que dejó Jesús. Él dio a sus estudiantes instrucciones para orar tales como: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7, 8).
Pedir, buscar y hallar señalan nuestra necesidad de tener un corazón genuinamente honesto que quiera saber más de Dios. La realidad de la omnipotencia y la eterna presencia de Dios es lo que hace que las instrucciones de Jesús sean más que palabras. Somos guiados hacia la verdad del ser, para descubrir algo de lo que Jesús sabía completamente acerca de Dios, del Amor y de nuestro bienestar por siempre seguro como expresión del Amor.